Francisco L. Carranco.- Cada día que pasa México se convierte en el escenario más importante, ante los ojos del mundo, mientras los caminantes avancen por nuestro país; sobretodo, lo que les pase a miles de centroamericanos que iniciaron una caravana que a la fecha ha inspirado a otros contingentes de desplazados de Honduras, Guatemala, Venezuela y quizás otros países a emprender el éxodo con el fin e llegar a la frontera norte a un incierto destino.

Históricamente, en nuestro país, ya se han registrado movimientos migratorios de centroamericanos que han aprovechado la fragilidad de la frontera sur para internarse a nuestro país con la misma intención de llegar a pedir asilo en los Estados Unidos, sin embargo, este flujo de migrantes siempre, o casi siempre, lo realizaban grupos pequeños o incluso individualmente, cuidando pasar inadvertidos ante las autoridades migratorias mexicanas.

Las bondades que México ha tenido con los migrantes, legales e ilegales, ha hecho que éstos abandonen el objetivo de llegar a los estados unidos y se han quedado, como ilegales, en los estados sureños y otros más en la Ciudad de México, amalgamándose con los ciudadanos mexicanos. Xalapa y otras ciudades en el estado, sufren ya la permanencia ilegal de muchos de ellos.

En sus travesías y estancias en nuestro país lo han llevado a sufrir violaciones graves de derechos humanos, víctimas también de la violencia de la delincuencia organizada, de las autoridades policiales corruptas, vejaciones, discriminaciones, hambre, enfermedades e incluso daños físicos, accidentes mortales y hasta defunciones en ese afán mal entendido de bienestar fuera de su país.

La cosas en este momento no son las mejores en este éxodo, son más de 6 mil caminantes que se internaron a México rebasando las normas migratorias, porque ante la gran cantidad de migrantes que cruzaron la frontera, los menos han iniciado sus trámites de asilo como refugiados en nuestro país, los otros que siguen con el firme propósito de llegar a Estados Unidos, están perdiendo la perspectiva de lo que son los países por donde transitan y empiezan a exigir más “derechos”.

México, si se puede llamar así, es el último país amigo que considera a los migrantes como una causa y que como tales se les está proporcionando la ayuda que las propias instituciones garantes de los derechos humanos tutelan, en este aspecto los gobiernos de los estados por donde han pasado, les han ofrecido de buena voluntad: alimento, agua, atención médica y hasta transporte para mitigar el cansancio y la severidad de la caminata.

Algunos han pedido ser repatriados y las autoridades de migración han logrado enviarlos de regreso a sus lugares de origen, sin embrago, la gran marcha de migrantes son considerados ya expatriados, los propios gobierno de origen no tienen ninguna objeción en seguir expulsando hombres, mujeres y niños a un futuro incierto y bastante peligroso para los caminantes.

La masa de indocumentados que se desplaza por México, en una caravana que viaja inmersa en la peor de las condiciones que un humano puede vivir, aunque no huyen de una esclavitud sus circunstancias los semeja a un ambiente hostil, ellos en su ruta sobrevivirán de la caridad y el mínimo apoyo que los gobiernos de los estados les pueda ofrecer, viajan sin dinero, sin alimentos, algunos enfermos, insalubres, desaseados, otros cansados y fastidiados de la gran travesía, en la miseria, sin ropa y cada día, con menos esperanza de lograr su objetivo.

Para México como país, el aceptar a este gran contingente de más de 6 mil migrantes aun y a pesar del conflicto en la frontera sur, ha motivado a otros grupos que también en miles vienen buscando internarse a nuestro país, siguiendo el mismo patrón guía de la caravana que va en la avanzada, éstos últimos exhiben actos violentos contra las autoridades.

A México y al presidente Peña Nieto, no le queda más que aguantar la avalancha de migrantes a los cuales se les buscará ayuda para que lleguen a la frontera, como es el caso de prestarles auxilio a través de transporte para apresurar la llegada y que, el problema político con los Estados Unidos que se avecina, ya le toque al otro Presidente que está a punto de entrar y deslindarse de un funesto destino de los centroamericanos frente a los estados Unidos de Norteamérica.

El destino final de los migrantes es muy incierto e incluso aciago por la gran expectativa que ha causado que, el Presidente Trump, militarice la frontera norte con más de 5 mil soldados, la guardia nacional y los agentes de migración para impedir el acceso de los migrantes a suelo estadounidense.

Cómo actuarán contra un hombre intempestivamente visceral, xenofóbico que ha lanzado la advertencia de que a los migrantes no los dejará pasar y que si alteran el orden y pretenden entrar por la fuerza, serán reprimidos e inclusive muertos por las balas americanas que impedirán cualquier tipo de intento ilegal de pasar al otro lado.

La frontera desde Tijuana hasta Texas, será un verdadero campo de batalla donde la violencia del ejército americano se verá reflejada como bien lo ilustró Trump, “contra las piedras las balas estadounidenses” sin importar los Derechos Humanos que el mundo pregona desde sus territorios para que los ex patriados sean recibidos como refugiados en un país racista que odia a los latinos y, que en el hipotético, que llegaran a pasar serían recluidos en campamentos, similares a los campos de concentración nazis, no para exterminio pero si para deportarlos, porque nadie los quiere en aquel país.

El panorama más lamentable y triste, será cargar con los muertos, en el caso que Estados Unidos cumpla la advertencia de usar la fuerza letal contra los migrantes de la caravana de latinoamericanos que no morirán en su país, sino a manos de los gringos que no negociarán el ingreso de esta muchedumbre a su país, totalmente disminuida que será, como popularmente se conoce, carne de cañón de la fuerza beligerante del país más poderoso del mundo contra los paupérrimos contingentes de hombres, mujeres y niños vulnerables, con las mínimas posibilidades de cumplir su sueño de ser recogidos por el Gobierno Norteamericano.

El sueño se convertirá en un viaje sin regreso… un verdadero drama humanitario.

 

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