FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO // Han sido muy comentadas las palabras que López dijo en su intervención ante la ONU en lo que respecta a que la fama internacional de Benito Juárez fue tan grande que inspiró al padre de Mussolini para llamar Benito a su hijo.

Pero más allá de que esa anécdota resulta cierta y es bastante conocida en el medio histórico y que además no tiene nada que ver el deseo del padre por imponer un determinado nombre a su hijo con la vida que este último lleve cuando alcance la edad adulta, lo que realmente llama la atención es la influencia que los dos Benitos tienen en el subconsciente de López.

Porque lo que sucedió cuando expresó esas palabras fue que habló de dos personas a las que admira y a quienes busca imitar al precio que sea y esa idea está en lo más profundo de su ser y quizá hace unos años no lo hubiera dicho por conveniencia política pero ahora que está en el poder, su alma se puede expresar libremente.

Lo anterior no es una mera especulación, ya que basta solo observar el comportamiento y la forma de gobernar de López y contrastarla con la de los Benitos para darnos cuenta que el presidente actual de México los trata de imitar en todo.

Su imitación de Juárez en alguna ocasión pasada la abordamos ampliamente (Desde a Janela: AMLO JUARISTA, MADERISTA, CARDENISTA) ocasión en la que se dijo que el verdadero héroe de López es Juárez, debido a que es a quien ha copiado y así tenemos que como Juárez tiene ese amor obsesivo por el poder y que por mantenerlo se ha entregado en los brazos de Estados Unidos, así como también su terminología de liberales contra conservadores, las múltiples citas que hace a ese periodo de la historia nacional y ahora podemos agregar que no tiene un proyecto claro de gobierno, ya que su idea solo es estar en el poder.

Ahora bien, vamos a centrarnos en la figura del Duce y veremos cómo López sigue la forma de gobierno fascista como si de recetas de cocina se tratara.

Cuando el partido fascista nació en 1919 sus ideas eran una revoltura entre patrioterismo y reformas radicales y algo similar fue la plataforma electoral de López en las tres veces que se postuló a la presidencia, ya que siempre exaltaba la mexicanidad y hablaba de terminar con las figuras más liberales de México.

“Il Duce” siempre exaltó el pasado histórico de Roma evocando las glorias de la época imperial en lo cual basó su discurso para cautivar a las multitudes y en el México actual vemos siempre clases de historia impartidas subjetivamente desde el púlpito de Palacio Nacional.

El fascismo italiano basó su gobierno en un solo líder populista y demagogo con la creencia de que todos los problemas del país se resolverán sólo con su voluntad, en el México de López sucede exactamente lo mismo con su supuesta honradez salvadora.

Los fascistas siempre estaban peleando contra alguien, ya fueran liberales, socialistas, países extranjeros y eso es exactamente lo mismo que se ve aquí en México.

También los fascistas tenían pocos escrúpulos para respetar la ley ya que cuando ésta no les convenía tranquilamente usaban la fuerza bruta para cumplir con sus caprichos, cualquier parecido con lo que sucede en el México actual no es mera coincidencia.

Los fascistas despreciaban a los intelectuales y a la prensa que no les eran afines y fomentaron tanto intelectuales como medios que los defendieran sin lograr construir una verdadera filosofía, ya que el programa no importaba sino solo era necesario llevar a la gente a la acción y un ejemplo claro de lo anterior fue cuando Mussolini dijo que los demócratas le preguntaban cuál era su programa y contestaba que era romperle los huesos a los demócratas de “Il Mondo”, el cual era un diario muy conocido que luego fue prohibido por Don Benito; cualquier parecido con nombrar a un conocido Diario de México como pasquín de quinta o señalar a cualquier periodista o intelectual que critique al gobierno como alguien despreciable o incluso pedir su exilio, tampoco es coincidencia.

Como bien podemos darnos cuenta el Benito italiano es tan admirado como el mexicano por el presidente de la república, ya que su forma de hacer política es casi igual y solo cambian los tiempos y las circunstancias, más la esencia es exactamente la misma: un autoritarismo sin ideología y golpeador, que no solo pelea con quienes no le simpatizan, sino que busca aniquilarlos al insultarlos e intentar elevar los ánimos populares en su contra.

Así que lo que vimos en el discurso del presidente ante la ONU fue que su subconsciente hizo que honrara al otro Benito que tanto admira.

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