POR: Francisco L. Carranco.- Sin pretender ser agorero, falso profeta o recurrir al trillado discurso del Feliz Año nuevo, feliz 2021, con un destino incierto, con mundos paralelos donde habitan los que tienen y los que nada tienen, donde la fe se está quebrando ante las bendiciones que no llegan, mientras la pobreza crece y los hombres y mujeres enferman y mueren, donde el panorama es confuso, porque los que dicen que saben en realidad no saben.
El 2021, es un año que será recordado por ser el más violento y desastroso que el mundo haya tenido por la enfermedad y, medidas las proporciones, tenemos que ubicarnos en nuestro país, el territorio que habitamos y en el cual vivimos que, comparado con los problemas mundiales ocasionados por el COVID-19, el impacto en la salud y número de muertos está muy por arriba de varios países desarrollados, ocupando primeros lugares en número de contagiados, fallecidos y víctimas que no se les han aplicado las pruebas de detección del contagio por coronavirus.
Las estadísticas que, noche a noche nos presenta el sector salud, dan información de los aumentos en los dos rubros principales: incremento de contagios y número de fallecidos.
Estos indicadores demuestran que las estrategias sanitarias están muy por debajo del dinamismo de los contagios, que, obviamente, tenemos un problema cultural en la que los ciudadanos se han negado a participar respetando el uso del cubrebocas, lo mismo pasó con la sana distancia que ya quedó en el rechazo y olvido social, ni que decir del confinamiento, quizás, una de las mejores estrategias contra el contagio, pero que trajo graves problemas sociales en la interacción social de la familia por la estrategia considerada encierro.
A donde quedó la interpretación de aquella frase dicha por el Presidente López Obrador, en abril del 2020, cuando se refirió a la crisis de salud y económica provocada por el coronavirus como una crisis “transitoria” que nos cayó como “anillo al dedo” dijo “para afianzar la transformación.
Han pasado 8 meses de aquel discurso y la ligereza al abordar el problema del Covid-19 en el país, hace que la población también tome a la ligera el incremento de los contagios porque, los discursos oficiales, hacen parecer que la enfermedad es susceptible a control, pero, la realidad es otra: los hospitales siguen saturados con enfermos contagiados y en espera de ocupar un ventilador y muertos, muchos muertos. El personal médico está agotado y debilitado, nuestro país, es una de las principales naciones con el mayor número de doctores, enfermeros y enfermeras, paramédicos y personal de hospital fallecidos por COVID-19.
El sistema de salud, según los expertos, es un sistema ineficiente porque se ha desentendido desde siempre la atención de primer nivel, la reconfiguración para convertirse en hospitales COVID- logró, quizás, un relativo control para que los contagios no se desborden y colapsen la atención médica, la ayuda del Ejército; la Marina y los hospitales privados ayudaron mucho, sin embargo, la ausencia de pruebas y seguimiento de los pacientes sospechosos de COVID, han hecho que las estadísticas oficiales sigan estando manejadas desde un óptica política y que a pesar de ser así, las cifras son espeluznantes, las cifras oficiales son alarmantes y los datos del sector salud son inoperantes, porque a ellos habría que agregar a los que mueren sin conocer su resultado de una prueba o, que mueren, mientras ostentan un control médico ambulatorio y todos aquellos que son vulnerables por vejez o con enfermedades degenerativas, que mueren en casa.
Este año 2021 que recién empieza, empieza en la incertidumbre con la peor estadística de contagios y fallecidos, con un personal médico agotado, hospitales saturados, crisis sanitaria en su punto más álgido por el número de contagios a diario, una falsa esperanza que traen las vacunas a nuestro país, obviamente, porque la población le apuesta a que la vacuna sea la panacea que estamos esperando.
Lamentamos decir que, la o las vacunas, no son curativas, sino que entran como la estrategia internacional para prevenir el contagio, en el mejor de los casos, si alguien que ya se vacunó se contagia, los síntomas serán más leves y fáciles de controlar con los controles medicinales, pudiendo evitar el acceso a ventiladores o fallecimientos.
La vacunación será paulatina y primero será para los doctores y personal médico, luego adultos mayores y luego el resto de la población y mientras eso sucede, será necesario que la población se cuide y regrese a las medidas protocolarias de los meses pasados donde se respetó la sana distancia, el confinamiento y el uso, obligatorio, del cubrebocas, esto evitará mayores contagios y un eventual cierre de actividades consideradas no esenciales, con el consabido detrimento de las actividades económicas.
El año será difícil, pero si colaboramos todos quizás podamos salir adelante lo más rápido posible, las autoridades tienen objetivos para no dejar que la economía colapse, también tiene el compromiso social por mantener un sector salud en funcionamiento, lo mejor posible, obviamente, si colaboramos estaremos mejor todos.
La crisis de salud no es culpa del Gobierno, pero la mala administración de las acciones para evitar contagios y fallecimientos si los es, además, de que la ciudadanía debe ayudarse, si se siguen las medidas preventivas hay oportunidades de convivir en esa nueva realidad que el destino nos ha impuesto, pero, ahora sí, el trabajo es de todos y con carácter de obligatorio.
Suburbio 1
Ojala ya regresen a trabajar los del Municipio porque los baches, como la pandemia, se multiplican, crecen por todos lados y acaban con las llantas.