Fotos: José Rujiro Hernández Temis
Karina de la Paz Reyes Díazr.- Kassandra es una obra que, a decir de las actrices y directoras, así como de la asistente de dirección, es un pretexto para hablar de varios temas: el destierro, la incomunicación, el racismo, la pobreza y más. Se está presentando en el Teatro La Caja de la Universidad Veracruzana (UV).
Con Kassandra, del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, la Organización Teatral de la UV (Orteuv) inició funciones este 2022 en el Teatro La Caja. Los días 24, 25, 26 y 27 de febrero se presentarán las últimas funciones de esta corta temporada, propuesta con dos versiones: la primera es dirigida por Ana María Aguilar e interpretada por Karina Meneses, y la segunda, a la inversa.
Ante las medidas sanitarias por la pandemia por COVID-19, el cupo fue limitado y se requirió previa reservación. La respuesta no se hizo esperar y los lugares se agotaron; no obstante, la Orteuv ha informado en sus redes sociales que para cada función elaboran una lista de espera, y en caso de que alguien no llegue a tiempo, se asigna el pase de acuerdo al orden de ésta.
Las 27 sillas del dispositivo son los espacios desde donde el público aprecia la obra –son tres por mesa– y, de alguna manera, actúa en la misma, pues el personaje le interpela.
Las emociones no poseen sólo un lenguaje
Varias son las particularidades de Kassandra: una de ellas es que fue escrita en el inglés precario de su personaje, Kassandra, quien apenas conoce ese idioma, y en el inglés insuficiente del autor.
En una nota puntual, el dramaturgo dejó asentado que se trata de una lengua de sobrevivencia tanto para el uno como para la otra: subsistencia vital para “quien es escrito” y subsistencia literaria para “quien escribe”.
Según él: “Si Kassandra habla un inglés dañado, roto, deshecho, es porque ella también está hecha trizas. Su lenguaje dañado está mostrando las roturas del personaje”.
Así que la obra se presenta totalmente en inglés, pero Ana María Aguilar y Karina Meneses aclaran que este personaje logra su objetivo y se comunica, a pesar de hacerlo en un idioma que no es el suyo.
Más aún, no es necesario saber inglés para entender la puesta en escena, porque ésta tiene magia: el asunto emocional, que no posee sólo un lenguaje.
Ana María Aguilar enfatizó en esa incomunicación de la obra, toda vez que, en la vida, más allá del escenario, “creemos que nos comunicamos”, pero de qué manera lo hacemos y más aún, queda la duda de si en realidad se logra esa acción.
“Este personaje dentro de todo ese mundo marginado, de toda esa historia de vida, tiene la necesidad fundamental de comunicarse, pero no puede hacerlo. Entonces, tiene que encontrar la manera.”
Una propuesta dual
Una distinción más de Kassandra es que se trata, como se citó líneas arriba, de un proyecto dual, así que el montaje se vivió como si fueran dos obras, aunque sea el mismo texto –idea que fue gestada por el director artístico de la Orteuv, Luis Mario Moncada, e implicó retos más allá de los habituales.
“Tuvimos la apertura hacia la obra, de escuchar esta cuestión de los tiempos. Ninguna impuso, por ejemplo: ‘¡Yo quiero ensayar una semana seguida!’. También, nos permitimos escuchar a la obra, qué nos quería decir”, compartió Ana María Aguilar.
Para Karina Meneses se trató de “un reto fascinante, enriquecedor a nivel profesional”, porque leyó el texto de terminada manera como actriz e intérprete –en aras de crear el personaje– y de otra, muy diferente, como directora.
Rosalinda Ulloa, actriz de la Orteuv, es la asistente de dirección en las dos versiones de esta obra. En sus palabras, este ejercicio es interesante porque se trata de ver, en el sentido figurativo, cómo un tema lo pintan dos artistas al mismo tiempo.
“Es interesante ver dos lecturas, aunque a veces se juntan, a veces se separan. Y como directoras, cada una ha tenido su visión, su carácter, todo. Para mí, como asistente de las dos, fue muy interesante.”
El mitológico personaje griego es un pretexto
Un fragmento de la sinopsis de esta obra precisa: “Casandra que significa ‘la que enreda a los hombres’ o ‘hermana de los hombres’ es conocida como la mítica adivina troyana, la mujer que conocía el futuro, pero cargaba con el estigma de que nadie le creía nada de lo que vaticinaba.
”Ahora, toda ella se ha transformado hasta convertirse en una adicta posmoderna cubierta de referentes dislocados. Desde un bar y con problemas graves para comunicarse, parece defender su lugar en el mundo tomando la estrambótica realidad que la rodea sin poder aprehenderla.”
Con base en esto, las tres actrices entrevistadas coinciden en que la obra habla de muchos temas y el tomar el mito de Casandra es un pretexto para poner en escena al racismo, la incomunicación, la migración llamada ilegal, el maltrato de las mujeres, la marginación, la pobreza y más.
“Toman a Casandra porque era la mujer rara, la marginada, la extraña, la extranjera. Y es eso: lo lejano, lo raro, lo marginado, y creo que ella trae esa carga desde que conocemos al personaje”, comentó Karina Meneses.
“Es una chava que ha venido viviendo muchas cosas, y dentro de esta marginación, explotación, ir y venir, y vivir tantas cosas, se vuelve más resistente, más correosa; pero te desgastas. Lo chido aquí es saber que el personaje te puede contar todas las historias que ha vivido sin revictimizarse. Se va a aquellas historias –de Troya, de Argos– y viene a lo actual; habla de aquello recordándote tu presente”.
Los horarios son: jueves y viernes 20:00 horas, sábados 19:00 y domingos 18:00. Para más información sobre las reservaciones y lista de espera, puede consultar en Twitter, Facebook e Instagram: CiaTeatroUV, o llame al (228) 8183816.