FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- El tema del momento según el presidente de la república y su secretaría de gobernación es la modificación del horario de verano a partir del próximo año y para llegar a esa determinación levantaron una de esas encuestas que, sin metodología conocida ni algún otro dato que le pueda dar alguna seriedad al ejercicio estadístico, arrojan resultados apabullantes para el promotor de la ideota (léase López Obrador); en este caso se habla de un 70 por ciento en favor de quitar el horario estival.
Con ese resultado supuestamente tan amplio, el gran gobernante va a enviar una iniciativa para que sus lacayos en el legislativo la aprueben y así el “estadista” pueda promulgar una ley que modifique el horario de verano y así satisfacer uno de los anhelos de su pueblo bueno y sabio.
Aunque la verdad es que se ignora si realmente el pueblo está tan interesado en una modificación del horario de verano, mi impresión es que no, pero basta con que el reyezuelo de palacio lo esté, para que dicho horario sea modificado.
No vamos a tratar en esta ocasión si el horario de verano tiene o no ventajas, aunque es evidente que tiene muchas; sino que lo vamos a resaltar en esta ocasión es que al presidente le interesa demasiado ese tema, cuando el país se le está cayendo debido a que la inseguridad y la corrupción han alcanzado niveles nunca antes vistos y el gobierno que él encabeza no ha podido y lo que es aún peor, no ha querido frenarlas.
El presidente habla mucho sobre unos supuestos daños a la salud causados por adelantar una hora el reloj en la época del estío, cuando hay asesinatos y desapariciones a gran escala un día sí y otro también.
Así mismo López Obrador, coloca como uno de los principales temas de la agenda nacional la pertinencia o no de mantener el horario de verano; cuando los delincuentes se disputan mercados a plena luz del día o invaden ciudades como San Cristóbal de las Casas aterrorizando a su población, sin que sufran alguna consecuencia por haberlo hecho.
Es tanta la frivolidad del gobierno actual que mientras se demuestra que la delincuencia ya no respeta a nadie en este país y que mejor ejemplo de ello, que el de los dos jesuitas asesinados en Chihuahua, asesinato que para el presidente fue meramente circunstancial y que por supuesto, no va a ser esclarecido, pero eso sí, la secretaría de gobernación prometió que la próxima semana va a estar lista la propuesta de modificación para el horario de verano.
Vaya, es tan importante modificar el horario que ya solo falta que la iniciativa sea enviada como preferente a fin de que sea discutida de inmediato cuando se inicie en septiembre el periodo ordinario de sesiones de las cámaras del Congreso de la Unión o quizá debido a la importancia y trascendencia del deseo del “amado presi”, traten de convocar un periodo extraordinario de sesiones, total es lo que más urge resolver en este violento y atribulado país.
Aunque si lo vemos de una manera diferente, tal vez sea la solución quitar al menos en el otrora Real Palacio de la ciudad de México el horario de verano, ya que las reuniones de seguridad pública que supuestamente encabeza López Obrador se llevarían con luz solar y posiblemente los participantes estén más despiertos y en consecuencia, más atentos al recibir la información y para tomar de manera más acertada las decisiones que permitan que el nivel inseguridad disminuya.
En una de esas el presidente tiene razón y el horario de verano es el principal obstáculo para que se concentre en las reuniones de seguridad pública que tiene todos los días y es que, a menos que sea por la hora, resulta totalmente inexplicable que López Obrador sostenga reuniones de ese tipo todos los días y el problema de la inseguridad en lugar de disminuir, se incremente cada día.
Aunque desgraciadamente, todo apunta a que el cambio del horario, porque ni siquiera lo van a quitar por completo en todo el país, es otra más de las gracejadas con las que el gobierno trata de distraer a la opinión pública para que pase a un segundo plano la entrega del país a la delincuencia y suceda lo mismo con los robos descarados que tanto familiares como amigos del presidente llevan a cabo cada día.
En fin, el país es inseguro e incluso terrorífico, pero eso no importa para el presidente, ya que lo que verdaderamente le importa en este momento es quitarle una hora a la tarde cuando lo que a la gente le preocupa es que en sus ciudades no se siente segura y menos por la noche.
Vaya forma de “gobernar”.
Twitter: @FelipeFBasilio