FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Vivimos tiempos que son muy difíciles y que nos ponen a prueba sobretodo de manera emocional y sobre todo porque hasta ahorita salvo quizá algunos países del extremo oriente, prácticamente la humanidad no ha dado pie con bola para controlarla o más bien es que no reconoce lo inevitable y eso es lo que genera más temores e inquietudes entre muchas personas.
Pero vayamos por partes, de lo que está sucediendo los principales responsables son la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) y demás organizaciones y comunidades médicas internacionales que se han dedicado a infundir masivamente el miedo, porque con soberbia pseudocientífica creen que tienen la solución para evitar los contagios y esa solución consiste en encerrar a todas las personas del mundo en su casa y si tienen que salir que lo hagan de ser posible vestidos como caballeros medievales o como buzos y temiendo a cualquier otra persona que se encuentren en su camino.
Esa receta demuestra soberbia científica aunado a que es antinatural, los humanos no estamos diseñados ni para estar encerrados ni para andar todos cubiertos, y sobre todo pasa por alto que el virus de la covid-19 es como cualquier otro y por lo tanto anda en la naturaleza y no hay manera de evitar ni su propagación ni que desarrolle enfermedades en muchas personas, ya que no existe dispositivo alguno que lo filtre en su totalidad además de que es imposible estar cubiertos todo el tiempo.
Mas al seguir con esa cultura del miedo se provocan muchos otros problemas sobre todo económicos y sociales, ya que los gobiernos de los países cierran todo y si no toman previsiones sobre la manera de compensar al menos parcialmente las afectaciones causadas a su población, a esta crisis sanitaria le va a seguir una económica mayor y una social todavía peor.
Ejemplos de lo anterior ya se están viendo en México y es que por una parte tanto el gobierno federal como los gobiernos locales se han dedicado a difundir la cultura del miedo pero por otra han dejado a la deriva a casi toda la población, solamente se salvan los trabajadores del sector público que les pagan su sueldo completo incluso sin trabajar más para empresarios y trabajadores del sector privado la cuestión es diferente, ya que presentan caídas drásticas en sus ingresos pero sus gastos en bienes y servicios siguen corriendo sin parar.
Situación que como es fácil de entender genera grandes desigualdades, sobre todo porque muchos que viven del dinero público no solo ven con desdén, sino que lo manifiestan a quienes tienen que salir a trabajar, porque entre otras cosas tienen que pagar los impuestos que en gran parte se utilizan para que sigan cobrando sin trabajar.
Pero como comentaba al inicio de esta colaboración, los contagios son inevitables y de hecho veo hasta inútil estar atormentándose todos los días contando algo que es incuantificable, porque es imposible saber a ciencia cierta cuantas personas se han infectado del virus ya que muchos no se atienden o de plano no presentan síntomas, pero en relación a las complicaciones y sobre todo a las muertes provocadas o aceleradas por el virus la situación es completamente diferente ya que ahí la ciencia sí puede hacer mucho, sin embargo el problema es si la dejan hacer o no.
Y en México la situación es desastrosa desde cualquier punto de vista, bueno salvo el del merolico que todavía habla todas las noches, porque el sistema de salud está colapsado pero no lo está por falta de médicos o de enfermeros capacitados sino que lo está por el brutal recorte presupuestal al que desde finales de 2018 fue sometido, el cual ha provocado el que en la mayoría de los casos no haya ni siquiera los mínimos insumos para atender a los enfermos, situación que provoca que muchas de las personas que llegan a los hospitales mueran y ahí está la explicación de porqué en México la mortandad es tan escandalosamente elevada.
Situación que se agrava porque al ver la tormenta el gobierno federal y los gobiernos locales en lugar de tomar cartas agresivas en el asunto, se distraen en tonterías como los cierres de circulación y demás cosas que cada día inventan en lugar de reorientar el gasto para construir verdaderos hospitales y equipar a los ya existentes, ya que si el problema es que el sistema de salud se encuentra rebasado la mejor solución sería aumentar su capacidad.
Pero hasta ahora ninguna autoridad en este país ha tomado alguna decisión orientada en esa dirección, ya que el gobierno federal solo espera que pase la pandemia y que mueran los que tengan que morir echándole la culpa a la gente por contagiarse debido a que para ellos es más importante mantener los programas clientelares y los elefantes blancos que construir un hospital.
México en estos no momentos no necesita ni refinerías ni trenes, México necesita urgentemente hospitales.
Un buen gobernante desde luego que debe de tener unos objetivos claros e incluso tener proyectos por los cuales quisiera ser recordado, pero también debe de saber improvisar cuando las circunstancias así lo requieren, ya que ese es el verdadero arte de gobernar y el saberlo hacer en el momento oportuno es lo que genera los mejores recuerdos para la posteridad.
Desgraciadamente en México no tenemos un buen gobernante en este momento y las cifras de muertos por la pandemia lo demuestran.
Twitter: @FelipeFBasilio