FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- La semana pasada en este espacio abordamos algunas cuestiones de la narrativa oficial que hacen que la independencia de México sea el tema de temas de la historia de la nacional y es que debido a los prejuicios y manipulaciones que los creadores de la historia oficial impusieron en su narrativa, ahora tenemos un relato ilógico e inverosímil de esos tan importantes acontecimientos.
Ahora, continuando con esa secuencia y tratando de darle más sentido al relato de la independencia, los hechos tal como fueron son totalmente lógicos, vamos a abordar el tema de la llamada “Guerra de Independencia”.
Y es que, aunque esa guerra existió de ninguna manera fue tan grande ni duró 11 años tal y como nos lo han tratado de enseñar y lo peor de todo, para los oficialistas, es que terminó con la victoria total de los realistas y la práctica pacificación de todo el en aquel entonces llamado reino.
Así es, la verdadera guerra de independencia comenzó allá por 1812 con la junta de Zitácuaro (Hidalgo ya llevaba un tiempo muerto) y se llevó principalmente bajo el mando de Morelos por el lado de los independentistas, quienes crearon documentos jurídicos e instituciones como si de un país independiente se tratara, la cual era su aspiración y la materializaron mientras pudieron sostenerla, pero terminó en 1815 con la muerte de Morelos y la disolución del congreso y demás cargos que se habían creado.
También es importante destacar que esa guerra fue focalizada en el sur y partes del occidente del país y no puso en riesgo grave al virreinato más sí que fue importante en el sentido de que sirvió de antecedente en el campo de las ideas para que los novohispanos de la época comenzaran a imaginar un país independiente.
Antes de 1812 hubo muchos movimientos armados que no buscaban la independencia pero que sí desconocían a las autoridades constituidas y esos movimientos fueron muy diferentes entre sí, pero coincidentes en no aceptar ni al virrey ni a cualquier autoridad emanada de la Corona, porque la consideraban usurpada y si el órgano fundante no era legítimo, menos lo eran sus derivados.
Siendo en 1808 el primer levantamiento armado que se dio en la Nueva España y fue protagonizado por los españoles peninsulares que vivían en la Ciudad de México y que culminó con la destitución y encarcelamiento del entonces virrey D. José de Iturrigaray, quien fue sustituido por D. Pedro de Garibay, quien se mantuvo al frente del virreinato hasta que en 1810 llegó un virrey ya nombrado por las ya para entonces mejor organizadas autoridades españolas combatientes de la usurpación y la invasión de la madre patria.
Sin embargo, cuando llega ese virrey, D. Javier Venegas, a los dos días de su toma de posesión, se produce el mayor levantamiento en contra de las autoridades virreinales, el encabezado por los conjurados de Querétaro y que eligen a D. Miguel Hidalgo como su primer comandante, movimiento que prendió como pasto seco y que llega a tener verdaderas masas de gente en sus filas y que por su misma explosividad se les sale de las manos a sus creadores.
No hay que olvidar que, si bien Hidalgo era un hombre muy culto y próspero en su fortuna personal, no era un líder nato y que los militares que lo acompañaban como Allende y Aldama, aunque eran más prudentes en su actuar (lo cual se demostró al final del movimiento) tampoco eran militares de muy alto rango ni tuvieron el tiempo y la oportunidad de organizar a sus huestes.
Siendo por ello que al principio la figura del cura elocuente prevaleció y además atrajo multitudes como nadie se lo hubiera imaginado en ese entonces y esas multitudes, la multitud cuando se desata se vuelve un monstruo de mil cabezas, se dedicaron a saquear y arrasar todo a su paso, matando a cuanto gachupín se encontraban en su camino.
A aparte de la magnitud del movimiento, tanto en números de los rebeldes como la expansión territorial que lograron (todo el bajío, Michoacán, partes de México, Jalisco); también fue importante en su crecimiento, la sorpresa que causó a las autoridades virreinales, que no se encontraban preparadas para enfrentar en el centro del virreinato un movimiento tan grande y destructor, tan es así que los ejércitos principales se encontraban en San Luís Potosí apuntando hacia el norte, que era el lugar del que se podía esperar una invasión extranjera y les llevó meses enviar las tropas al centro del país.
Más lo que sí es absolutamente cierto es que mientras esas tropas llegaban y a diferencia de la futura guerra de independencia, el virreinato enfrentó meses de incertidumbre en los cuales sí estuvo en verdadero riesgo de colapsar y muy probablemente se salvó de una desgracia mayor debido a que Hidalgo no quiso atacar la ciudad de México y no la quiso atacar, porque como hombre preparado que era, se dio cuenta que si entraba en la ciudad que estaba a su merced, la carnicería iba a ser indescriptible.
Después llega el ejército conformado por soldados profesionales mandados por uno de los mejores generales que hay en América (D. Félix María Calleja del Rey) y tras un par de batallas, prácticamente conjura el levantamiento; no hay que olvidar que las muchedumbres se desbaratan con la misma velocidad con la que se forman cuando la situación se les vuelve adversa.
Terminando la historia del levantamiento de Dolores con una reorganización tras la derrota militar en la cual destituyen a Hidalgo y ponen a Allende en su lugar para reorganizarse y al quedarse sin tropas ni armas, tratan de huir hacia Estados Unidos y en el camino son traicionados (en casos como este nunca falta la traición) y aprehendidos en Coahuila para luego ser juzgados y fusilados en Chihuahua.
Como conclusión, vimos que hubo movimientos en contra de las autoridades virreinales desde el momento en el que se produjo la usurpación bonapartista en España y que derivaron en una guerra de independencia breve, la cual no logró sus objetivos pero que, de alguna manera generó la idea de que era posible la independencia.
Twitter: @FelipeFBasilio