POR: Francisco L. Carranco.- No acababamos de entender el significado de la detención del, General Salvador Cienfuegos, en los Estados Unidos que, ante tanta información que genero este hecho quizás de justicia quizás no, pero fue como un reconocimiento de que la corrupción permeó todos los recovecos del poder político en nuestro país
En los Estados Unidos, la DEA y otros organismos de investigación se anotaron un 10 por la detención de “El Padrino” remoquete asignado al General Cienfuegos en la jerga utilizada en las bandas de criminales para identificar a los personajes que agrupan la banda delictiva.
Como es sabido y bastante comentado, el arresto de Cienfuegos, cimbró a todas las cúpulas
tanto políticas, como de seguridad y que decir de las fuerzas militares que hicieron “picadillo” al General en retiro, por sus acciones y trayectoria militar que lo llevó a la cúpula y máximo puesto que un soldado puedes aspirar y es ser el Secretario de la Defensa Nacional.
Considerado un hombre rudo, insensible, autoritario, difícil de aceptar órdenes, además de un cúmulo de señalamientos soberbio e, incluso, temerario en el desempeño como Ministro de Armas, nada ni nadie se atrevía a, siquiera, pensar que ese hombre pudiese sostener un vínculo criminal o ser proclive a la corrupción.
El imaginario social mexicano concede a las fuerzas armadas, Marina Ejército y fuerza área mexicana, como entidades de honor que el pueblo respeta y les dispensa confianza, por el gran servicio que prestan a la patria.
El Ejército Mexicano siempre ha sido un ejército de paz, guardian de la soberanía Nacional y de los mexicanos, pero, sólo en hechos de tragedias provocadas por fenómenos naturales y contingencias, también, por accidentes como explosiones, derrames de productos químicos y otros siniestros.
El ejército a lo largo de su periodo de existencia, logró mantener una austera y discreta lucha contra el tráfico de narcóticos, atacando, principalmente, los sembradíos de marihuana y amapola, resguardando las drogas para incinerarlas despues.
Y ante el desarrollo del crimen organizado, el narcotráfico dejó de ser una actividad menor, para convertirse en una lucrativa industria capaz de comprar conciencias y el poder mismo para facilitar la prosperidad y consolidación de los grupos delictivos en el tráfico de la droga hacia Estados Unidos.
En este contexto la el florecimiento de la industria dela droga necesitaba expandir controles para agilizar la ruta de la “Merca” hacia el vecino país del norte y empiezan, en un intento de ocupar los favores de la s autoridades, a extender el manto de la corrupción sobre el poder civil, en los tres niveles de gobierno.
Alcaldes, gobernadores y, esporádicamente, algunos secretarios de despacho, principalmente, los encargados de las áreas de seguridad, empiezan a ser tocados por el dinero de la droga y cedieron terreno a costa de grandes ganancias que su vida, un servidor público, podría tener haciéndose de la vista gorda.
Y como si fuera escalafón los varones de la droga empezaron a fomentar más relaciones y complicidades con todos los mandos del poder político, exonerando siempre, a todos aquellos que daban órdenes a la tropa, a los mandos medios y bases de no meterse con el tráfico de la drogas y los narcotraficantes, y así, durante muchos años, fue el trabajo y complicidad de los delincuentes con las autoridades, y no pasaba de ahí.
Pero, en algún momento, y con alguno de los capos visionarios, se descubrió que en México el consumo de las drogas era mínimo y muy clasista, sólo los pudientes consumían, entonces, se les ocurrió infectar del vicio a todos los estados y municipios convirtiendo a México, de un país de tráfico de drogas a un país de consumo de las mismas, en todos los sectores sociales, lo que provocó la grave crisis de violencia, inseguridad y guerra entre bandas de traficantes por los territorios de venta local a todas las clases sociales de los ciudadanos mexicanos, ahora adictos al consumo de drogas.
El consumo de drogas en México se atomizó y en todo el territorio mexicano hay lucha por el control de su venta, con una supuesta permisividad o ceguera de las autoridades que permiten, desde ace varias décadas, al trasiego y consumo de drogas en este país.
En este contexto, aparece la figura del “Padrino” el General Cienfuegos, el férreo militar dueño del control de las fuerzas armadas, con una acusación a cuestas que lo mantuvo en prisión en los Estados Unidos, fue a juicio y en una extraña resolución obtiene el desistimiento de las imputaciones señaladas y, que, dieron la pauta para que las autoridades estadounidenses cumplimentarán su aprehensión.
El general Cienfuegos fue acusado de ofrecer protección única a los cárteles de la droga y a uno especialmente, con el que se presume es el mayor “socio” para el tráfico de enervantes; los otros señalamientos son recibir sobornos de millones de dólares e introducir heroína, cocaína, metanfetamina y marihuana a los Estados Unidos.
Pero la orden de arresto nunca fue comunicada a México. La DEA y la Fiscalía estadounidense la mantuvieron en secreto. No se inició proceso de extradición, tampoco, de dicho mandamiento judicial, nada se supo hasta que el 15 de octubre el general retirado fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles en medio de un viaje familiar.
Algo pasó, más allá de un conflicto diplomático que violenta las relaciones exteriores entre México y Estados Unidos con la detención de un delincuente y cómplice de los carteles que inundan de droga al vecino país según la óptica de los americanos, que se saltaron las normas para encerrarlo, para luego recular, porque el Gobierno de México reclama no saber nada de la investigación, pruebas y aprehensión del General, lo que obligó a los estadounidenses valorar el conflicto y desistirse de la detención porque fue realizada sin consultar al Gobierno de México.
La decisión, como ya se dijo, es diplomática. Fue el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, quien lo confirmó primero el día de ayer en una conferencia de prensa donde, cronológicamente, narró los reclamos hechos por nuestro país al gobierno del presidente Donald Trump. Es una acto de respeto no de impunidad, dijo el canciller mexicano y el General Salvador Cienfuegos, no pisará la cárcel porque no hay denuncia, ni delito, ni materia que perseguir en nuestro país, por lo que le serán restituidos sus derechos civiles, humanos y políticos; pero, que sustote ¿no?