POR Francisco L. Carranco.- Al cierre de la edición se contabilizaban 30 personas fallecidas, otras, las menos, permanecen en los hospitales de Coatzacoalcos en estado crítico por sus heridas, cientos de familiares heridos, también, pero en el alma y el espíritu, porque son víctimas de la violencia exhibida en el ataque al bar “Caballo Blanco” por los criminales y la omisión de las autoridades que enredados en la “confusión” no saben qué hacer.
Las culpas salen sobrando, para el país y el mundo, las excusas y evasión de responsabilidades no es suficiente y, por el contrario, se habla de incompetencia de las autoridades de Seguridad Pública como la gran falla en la salvaguarda de garantías de los veracruzanos.
Hace apenas, unos meses, la región sur que todavía no se recuperaba del artero ataque, bastante similar, también, a un restaurant en la ciudad de Minatitlán encendió focos rojos de alerta, los cuales se prenden ante la amenaza y aumento de las extorsiones por cobro de piso de alguna banda delincuencial que opera en la región que todos conocen, menos las autoridades del ramo.
Historias ficticias surgieron para disculpar a los gobernantes, pero, la verdad es que se escamotearon las cartas para tratar de echar culpas a la víctimas del ataque armado y eso provocó la aceleración de la instalación de la Guardia Nacional en la zona sur, donde se anunció la entrada de 1,100 elementos de este cuerpo de elite militar al servicio de población.
Entre dimes y diretes entre las autoridades, el caso de Minatitlán, sigue en investigación, hay algunos detenidos, pero, el caso está sin resolver, atraído por la FGR y sin resultados a la fecha, el proceso sigue y el líder acusado de ser autor intelectual está libre junto con otros sicarios.
La cotidianeidad y la rutina regresó a Minatitlán y la violencia en la ciudad se volvió parte del paisaje y la gente trata de sobrellevar su vida extremando las precauciones y tratando de guardarse en sus hogares para evitar más lamentables sucesos, no podemos hablar de tranquilidad ni paz, hablamos de resignación y costumbre.
La violencia no ha terminado en Minatitlán, pero al menos, sí aceptamos el término en el ambiente de la ciudad, los delitos del fuero común según las estadísticas que presentaron las autoridades iban a la baja o, quizás, no se estarían haciendo del todo públicas.
Y en eso estábamos, digiriendo el triste evento donde murió u menor de edad, cuando en Coatzacoalcos surge un horrendo ataque en un bar denominado “El Caballo Blanco” cuando un grupo de sicarios desató una balacera, incendió el lugar y encerró a los parroquianos que se divertían esa noche, eran las 22:00 hrs; apenas hace unos días y causó la muerte de 30 personas y otras siguen gravemente heridas.
El móvil hasta ahora deducido por todos fue un cobro de piso de alguna banda delincuencial que se dedica a ese delito y que, según algunos datos, que circulan para ahí el “modus operandi” da cuenta de por lo menos seis atentados mas, similares en una zona plenamente identificada por la policía y autoridades de Seguridad Pública.
Los daños colaterales
Miles de palabras se han escrito, la noticia dio la vuelta alrededor del planeta, Veracruz está el ocaso de la esperanza, la población tiene miedo, Coatzacoalcos la otrora poderosa ciudad industrial que ahora trata de sobrevivir por la crisis del petróleo, desempleo, secuestro, feminicidios, crímenes de odio y, ahora, el delito que era invisible porque no había cobrado tantas y lamentables víctimas el “cobro de piso” sume a la región en su peor crisis y evidencia que todo lo que se ha prometido para restituir la seguridad a la sociedad ha quedado en el discurso.
El Ataque a “Caballo Blanco” exhibe la realidad de la inseguridad en el municipio de Coatzacoalcos, donde el alcalde, Víctor Carranza, no ha podido tener el control absoluto de la Policía Municipal para que ésta instrumente los programas mínimos de prevención o de parte a la superioridad de los acontecimientos y aumento de delitos contra los comercios y la sociedad, pero, desde la destitución del último jefe policiaco, Víctor Colorado, esa corporación sirve más al crimen que a los ciudadanos al hacer omiso su trabajo. Ante este hecho esconde la cabeza,
Otra lectura que aparece fortalecerse más, es la complicidad de todos los cuerpos de seguridad en ese municipio desde la delegación de Seguridad Pública, la delegación de la Fiscalía del Estado, la propia Fiscalía General de la República, hasta del mando único de pacificación que no hacen su trabajo o hacen que hacen y este ataque llegó a su culminación y, afortunadamente, con la llegada de la Fiscalía General de la República, en este escandaloso caso, deberán de esclarecer primero el crimen y luego la participación u omisión de todos los actores que deben cuidar que la ley se cumpla en el estado, esto en palabras del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, que dijo, sobre los recientes hechos violentos registrados en Coatzacoalcos, Veracruz, “hay responsabilidades de personas del estado y de la Federación. Es muy delicado”.
La guardia nacional, el organismo que aún tiene el respeto de la ciudadanía, aunque, en Coatzacoalcos no podemos decir lo mismo porque, desde su llegada como fuerza elite contra el crimen, los desaguisados delictivos superan las intenciones de proveer a la ciudadanía paz y tranquilidad. Claro, no pueden hacer nada desde los cuarteles donde están no les dan la orden precisa de actuar.
Seguridad Pública del estado, tendrán que revisar su participación u omisión de sus actividades cotidianas y como dependencia del estado en Coatzacoalcos, porque con este evento el de “Caballo Blanco”, demuestran que sus incapacidades son eso, nada más, y no colusión con la delincuencia.
Las víctimas han fallecido. Pero, les sobreviven hijos menores, padres y familiares que en varios casos dependían, exclusivamente, de los ingresos de estas chicas que mantenían su hogar con lo que ganaban como bailarinas en el bar incendiado y que, ahora, quedan desamparadas porque ya no hay vida y, por lo tanto, sustento para los dependientes. Otros fallecidos ahí, trabajadores, empleados y visitantes esporádicos, quizás, dejan una familia en iguales condiciones y esperando justicia.
La ciudad, seguramente, aumentará el éxodo, hasta que Coatzacoalcos deje de ser tierra de peligro para todos sus habitantes que se ven, todos los días, en peligro de perder la vida y que como espectadores ya se cansaron y prefieren ser desplazados a quedarse a convivir con el crimen y la ausencia de seguridad.
Para el país y sus gobernantes el daño político ya está hecho. Todos, todos esperamos los resultados que la Fiscalía General de la República y su Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, prometieron a los veracruzanos, al Estado, al país y al mundo, la culpa es mucha y deuda es grande…
Y, como diría, Salma Hayek, “como me dueles Coatzacoalcos”