POR Francisco L. Carranco.- Los mexicanos siempre que aparece una tragedia social, como los terremotos, explosiones o alguna otra contingencia en donde está de por medio la pérdida de la vida, actuamos a favor de preservarla, ayudamos sin condiciones y nos sumamos al apoyo para sacar adelante cualquier situación que amenace al pueblo de México, a sus ciudadanos.
La solidaridad entre hermanos ha rebasado las fronteras internacionales y, los habitantes de este país, han demostrado la fortaleza y la madera para sobresalir de cualquier situación, por grave que esta sea, para poner en pie a los caídos, levantar las ciudades de cualquier escenario y enfrentar el desafío impuesto por la contingencia.
Hoy nuestro país, al igual que todo el mundo, enfrenta la pandemia universal (COVID-19), que amenaza la salud pública y que, desde hace unos 22 días, aparece en nuestro país como un nuevo reto a enfrentar y, obviamente, a resolver.
Sin embargo, esta emergencia sanitaria ya confirmada en nuestro país, ha tenido diferentes formas de ser aceptada como realidad inmediata que necesita atención del Sector Salud y la participación activa de los mexicanos, para evitar un mal mayor que, a través de una epidemia, pudiera causar problemas severos de salud y hasta defunciones por un mal que no tiene cura y que su único paliativo, más importante, es la prevención.
Aunque no quisiera utilizar el término “generalizado” porque, siempre hay excepciones, los mexicanos en una gran parte de la población, consideraron el brote de la enfermedad como un evento muy lejano, los países asiáticos están geográficamente muy alejados de nuestro país y nuestras ciudades y estados también, entonces, para que preocuparnos, a tan temprana hora, si esa enfermedad está tan lejana, quizás un pensamiento tranquilizador y justificado para seguir realizando nuestra cotidianeidad, sin tomar en serio la peligrosidad del virus y su propagación.
Las cosas son distintas desde hace unos 22 días cuando se confirma, allá por el 29 de febrero, el primer caso de Coronavirus o COVID-19 en nuestro país, en el ciudad norteña de Mazatlán, a partir de ese momento la enfermedad convive con nosotros, está en el país, pero el Sistema de Salud Mexicanos está en crisis, gran parte de los ciudadanos no conceptualiza la gravedad del asunto y la falta de seriedad ante la posible propagación del virus, pasa intrascendentemente porque los mexicanos piensa que “el otro” será el infectado y no yo así pasan los días sin hacer caso.
El sector salud, con el subsecretario Hugo López Gatell, ha confirmado que en el país hay 251 personas infectadas, lanza la advertencia que hay que involucrarse en la totalidad, para que la enfermedad sea contenida, y se eviten el mayor número de contagios posibles, esto porque, aunque no lo ha dicho ni confirmado, el Sistema de Salud Pública, no está preparado para atender a una población como la de nuestro país, que sufre desabasto de medicinas, pruebas de laboratorio, camas, doctores y enfermeras capacitadas para grandes problemas sanitarios.
Si esto lo trasladamos a posibles infecciones de personas en los estados; un estado como Veracruz que tiene un deficiente sistema de salud estatal, los riesgos son mayúsculos y podría haber una epidemia de casos, que sería casi imposible de controlar, como ha pasado con el dengue, el peligro de defunciones crece en proporción a la atención y al gran número de habitantes del estado.
Este problema de salud, está recibiendo apenas la atención estatal que está implementando medidas sanitarias y preventivas con, según lo establece en la Fase 1, que requiere el mayor aislamiento posible de personas para evitar estar en contacto con otras que pudieran estar infectadas. Esto se debió llevar al cabo desde hace 21 días, al día siguiente del primer caso.
La suspensión de clases en el sistema educativo fue una buena medida, el adelanto y prolongación del periodo vacacional de Semana Santa fue bien recibido, pero, lamentablemente, la primera semana de la puesta en marcha la suspensión de actividades escolares se volvieron fiesta y recreación, la medida fue socavada por la irresponsabilidad de la población, principalmente los jóvenes y sus familias, que, dijo, vacaciones pues a la playa, centros de diversión y espacios recreativos.
La presencia del COVID-19 en el estado, con 7 casos confirmados, despertó, presumiblemente, la atención de los veracruzanos, por lo menos de los centros urbanos con mayor población, y de ahí ciudades como Orizaba, Córdoba, Veracruz, Xalapa y otras se notaron la ausencia de gente en las calles, a dos semanas los ciudadanos empiezan a reconocer que esto puede ser grave, y si, desgraciadamente, se dan más contagios será extremadamente grave, porque no hay respuesta que alcance para un contagio masivo, porque doctores, enfermeras y hospitales no están preparados para atender y resolver la enfermedad a los portadores de la misma.
Por ello, reiteramos, estimado lector, que participe usted en lo mínimo que puede aportar contra la pandemia y es su tiempo, afortunadamente, el Gobierno del Estado, ha dispuesto que los adultos mayores de 60 años se quede en casa y en medida de los posible hagan trabajo de oficina en casa, otros están abreviando trámites por internet y las oficinas de acceso masivo están tratando de evitar filas previendo cualquier contacto de personas a menos de un metro de distancia.
La fase II “Transmisión Comunitaria” está en sus inicios y que refiere a las personas que se contagian sin haber viajado al extranjero y sin haber tenido contacto con personas que si lo hayan hecho, es decir una persona que adquiere el virus por otra que se contagió por otra, pero, sin salir de la misma población, eso es lo más difícil de la epidemia.
Lo que hay que evitar porque entraríamos en el supuesto de la epidemia que cualquier sujeto puede ser portador del virus, sin saberlo, y contagiar a cualesquiera número de personas a su alrededor que se convertiría en una Epidemia, con pronósticos reservados pero nada halagüeños.
Daños colaterales, por supuesto, el sector empresarial que debe armonizar las instrucciones gubernamentales con sus estrategias de ventas para evitar pérdida de empleos, cierre de comercios que ofertan alimentos y otros productos de primera necesidad y provocar desabasto de productos de la canasta básica.
El transporte público, que deberá administrar el control de los pasajeros para llevar sólo a aquellos individuos con necesidades esenciales, restringiendo la ocupación de espacios al interior de los autobuses.
Los servicios como la luz, el agua, teléfono, internet y gas, deben de prever la permanencia de estos servicios en las casas para que las personas sigan sin salir a la calle para realizar pagos y evitar cortes de servicio.
Este 23 de marzo inicia la probable suspensión de actividades no esenciales que determina el Gobierno Federal y no se sabe si los gobiernos de los estados acatarán y seguirán las instrucciones que emanen del centro del país, con las medidas sanitarias y todo lo que incluya la “Sana Distancia”.
Lo que sí sabemos es que el estado, en lo local, no acaba de dictar las instrucciones necesarias para los trabajadores del estado que son la fuera de trabajo en la capital, convirtiéndose en especulación de mando. En fin, así las cosas. Pero por lo menos participe en la Sana Distancia.