Francisco L. Carranco.- Considerado un personaje extravagante, Emilio Lozoya Austin, a partir de ayer, dejó el hospital Ángeles del Pedregal un lujoso nosocomio que sirvió de penal mientras las autoridades esperaban a que, el sujeto recientemente extraditado, se recuperara de una anemia y males del esófago que le impidieron iniciar su juicio ante la justicia mexicana.
Por supuesto la salud es primero y, en este país bizarro, dónde todo puede suceder, el otrora prófugo de la justicia llegó a México y su vida de inmediato cambió; dejó una cárcel en España y dejó también el trato de presidario para ser instalado en un hospital privado para curarse de unos males que le aquejaban, obviamente, nunca piso el penal y nunca pisó un hospital del sector público, el tipo es “extravagante” y acogiéndose a ese estatus fue a dar al hospital de lujo, para no pisar el penal.
Vimos con expectación como el gobierno mexicano fue cediendo a las exigencias del ex director de PEMEX su poderoso padre, Emilio Lozoya Thalmann, y las ansias de ver a algunos peñistas y calderonianas tras las rejas, Emilio Lozoya Austin, prometió dar los nombres de sus cómplices y superiores que le ordenaron hundirse en uno de los casos más escandalosos de corrupción de este país.
Mientras, Lozoya Austin, empieza a ganar la batalla, imponiendo exigencias al gobierno de México, los mexicanos empiezan a construir los imaginarios sobre las componendas que, poco a poco, irán saliendo para ir exonerando de culpa al clan Lozoya. El juicio se diluye.
Por lo pronto, el juez Juan Carlos Ramírez Benítez, vinculó a proceso a Lozoya, por asociación delictuosa, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita o lavado de dinero por el caso Odebretch; pero, como testigo protegido y colaborador, éste responderá a las acusaciones y a la “justicia” mexicana llevando el proceso penal en absoluta libertad, es decir, la ficha roja de Interpol, el penal en España, la extradición y todo el mitote de su captura, quedó ya para el olvido.
Luego, el Juez Artemio Zúñiga, le impuso como medida cautelar para que entregará su pasaporte y que los días 1 y 15 de cada mes se debe presentar al reclusorio a firmar, sin embargo, a causa de la pandemia y como está convaleciente, de la hipocondría enfermedad, la firma la tiene que realizar a través de Internet, lo que lo exime de visitar los reclusorios, no vaya a ser que le pegue el COVID-19 y deje a los jueces como novias de rancho sin recibir la preciada embarrada que Lozoya le tiene guardada a sus cómplices y autoridades que lo obligaron a delinquir y corromperse.
Y desde el jueves, como medida cautelar, Lozoya Austin, porta un brazalete en uno de sus tobillos con un área geográfica restringida, que no podrá rebasar nunca porque emitiría alertas al centro de monitoreo y eso haría que perdiera el privilegio de la libertad y sería recluido al reclusorio a prisión preventiva. Lo que nunca sucederá.
El tratamiento que dieron las autoridades a este caso, impidieron sostener el impacto social y mediático que causó la detención el Ex director de PEMEX en España y luego su extradición, tanto se habló el daño causado por este hombre, ahogado en la corrupción y complicidades, que hicieron y deshicieron con recursos del país y otros recibidos de extorsiones para ganar dinero, mucho dinero a espaldas de los mexicanos.
Toda su trayectoria delictiva está documentada y desde la ficha roja de la interpol hasta su extradición, tuvo a los mexicanos, otra vez, en la creencia de que las cosas si se transforman y que si habrá castigo para los delincuentes de cuello blando.
La detención y extradición de Lozoya era un gran éxito que daba certeza a las intuiciones y, un delincuente saqueador de recursos de los mexicanos, por fin iba a tener un proceso para enviarlo a la cárcel, sin embargo, Lozoya Austin, proviene de una familia poderosa, política y económicamente solvente que logró negociaciones para librar al hijo prodigo de la cárcel y quizás obtener los privilegios.
¿Y la población? aquellos ingenuos, creyentes de que la justicia llega, se vieron inmersos en las acciones tipificadas como “agarrada de… mensos” desde la extradición de España en un poderoso avión de la fuerza área mexicana, luego el examen médico y enfermedad, luego el supuesto traslado del aeropuerto al penal que nunca existió, luego su internamiento en el hospital, de lujo eso sí, hasta la determinación de las medidas cautelares estrepitosas: la requisa de su pasaporte y la imposición de su brazalete, su título de testigo protegido y cooperador y, finalmente, la cereza del pastel, su libertad para seguir su proceso en su casa con todos sus privilegios.
El impacto entre los grupos sociales que aplaudieron la extradición y juicio de Lozoya Austin, se encuentran desorientados, no saben entonces si la parafernalia del caso del delincuente, Lozoya Austin, narrado con anterioridad tiene premio o castigo, qué negociaron para tener tantas consideraciones con el ex director de PEMEX, que prometió las cabezas de sus cómplices o, quizás, el regreso de las millonarias cantidades de pesos y dólares que devolverá para recuperar su libertad definitiva.
Acaso, los posibles denunciados que señalará, Lozoya, como cómplices, a estas alturas, estarán, también, tramitado su oportunidad para que todos sean tratados igual y considerados “testigos protegidos y cooperadores” para no ser enjuiciados y sí son enjuiciados, obtener la libertad al resarcir los daños que se les imputan, con el tradicional acto denominado “El Vomito Negro” o sea regresar a México lo robado.
Entonces veremos a Videgaray, Osorio Chong, Peña, Calderón, Anaya y otros tantos, diputados y gobernadores, tramitando amparos y acogiéndose a los vericuetos de la Ley que, cuando hay dinero de por medio, puede ser tan benévola con los delincuentes.
No cabe duda que nuestro país la aplicación de la justicia realmente es un mundo raro, muy raro y si hay billetes más. De verdad espero que no tengamos que pedir disculpas a Lozoya y sequito, por creerlos ilusamente unos corruptos delincuentes.