por Gumii Cobix – ¿Les ha pasado que están en la adultez, pero sienten que fingen ser adultos?

Me explico: todos los días vives en tu casa de adulto, vas a tu trabajo de adulto y haces cosas de adulto, pero en realidad no sabes cómo ser uno. Es como estar en un juego donde simplemente tienes que seguir avanzando sin chocar con los obstáculos, hasta que un día te sientas en la cama y recuerdas que tienes que pagar la renta, la luz, el internet, hacer la despensa, y hasta ir al psicólogo porque fingir ser adulto terminó provocándote ansiedad.

Sí, ansiedad, ese pequeño dolor en el pecho que no te deja dormir en las noches y que solo te provoca ganas de huir, de salir corriendo sin mirar atrás.

Pero bueno, te quedas sin un peso y logras resolver este fin de mes, solo para volver a tu rutina de adulto. Un buen día te das cuenta de que han pasado 8 años desde que te graduaste de la universidad y tu sueño de ser artista parece cada vez más lejano. Tomas tu chamarra y sales porque, para todo mal, mezcal. Aunque en el fondo sabes que, aunque no todo es perfecto, en la superficie todo se ve como debería ser. Tienes un trabajo estable, con un sueldo no muy alto, pero por encima del promedio.

Tienes buenos amigos y, en comparación con ellos, que ya tienen hijos, en realidad no te va tan mal. Pero te preguntas: ¿Esto es todo? ¿Es esto lo máximo a lo que puedo aspirar?

Cuando termina la fiesta, estás justo donde empezaste: sentado en la orilla de tu cama, sin poder respirar por la ansiedad, y haces lo único que se te ocurre: pides refuerzos y le hablas a mamá.

A veces necesitamos la supervisión de un adulto, uno real, uno que sabe qué onda con el SAT y cómo se usa la olla exprés, porque esto no es un juego, es la vida real, y todos los días tienes que decidir qué tipo de adulto quieres ser. Cuando eres niño, ves a un montón de adultos amargados y piensas: “Yo no seré así”, hasta que creces y, sin darte cuenta, terminas gritándole a tu sobrinita que no brinque en los muebles porque cuestan un ojo de la cara, y todavía se los debes a Coppel.

¡Te convertiste en uno de ellos! Entonces entiendes que nadie nace sabiendo, que todo se aprende, y que siempre hay algún experto en TikTok que te puede explicar. Lo único que nadie te puede explicar es cómo debe ser el rumbo de tu vida. Es en este punto donde las cosas se ponen serias, porque el sueño de ser artista sigue ahí, y tal vez estés a una decisión de cumplirlo.

Tal vez pienso así porque mi mamá (alias Doña China) un día me dijo que yo podía ser lo que quisiera, y todos sabemos que las mamás no mienten. Así que decidí que, en vez de fingir ser un adulto, quiero fingir que soy una artista, y ya veremos qué pasa. Si no cumplo mi sueño, al menos quiero intentarlo, porque al final del día, mientras estoy sentada en la orilla de la cama, quiero pensar en cuál será mi siguiente obra, y no en qué pastilla me toca tomar para la ansiedad.

Conclusión
Al final, la vida adulta es un proceso continuo de aprendizaje en el que nadie tiene todas las respuestas. A veces parece que solo estamos «fingiendo» ser adultos mientras navegamos por las responsabilidades y presiones diarias. Sin embargo, en lugar de quedarnos atrapados en ese ciclo de ansiedad y conformismo, es importante que nos permitamos soñar y perseguir nuestras pasiones, aunque eso implique fingir en otras áreas de nuestra vida. 

Quizá la clave esté en tomar decisiones que nos acerquen a lo que realmente queremos, dejando de lado los miedos que la adultez nos impone. Y si al final no logramos lo que esperábamos, al menos tendremos la satisfacción de haberlo intentado, sin que la ansiedad nos consuma.

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