El Financiero/Santiago Sochiapan, Veracruz.- Habitantes del municipio de Santiago Sochiapan han tomado las armas para defenderse de la delincuencia organizada que azota sus comunidades desde hace varios meses.

Se trata de un pueblo que llora por justicia. Las lágrimas brotan de cada uno de sus habitantes cuando escuchan los relatos de los desaparecidos. Los jóvenes que salieron a vender limones o a comprar ganado y que nunca regresaron se cuentan por decenas.

Pistolas, rifles de caza y hasta armas de uso exclusivo del Ejército son usadas por los hombres y mujeres de aproximadamente ocho pueblos de la región que antes vivían en paz y que ahora buscan evitar que el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) entre a sus hogares.

Santiago Sochiapan se encuentra a unos cuantos kilómetros de varios municipios considerados dentro de la zona de influencia del llamado Corredor Transístmico; sin embargo, sus pobladores no verán sus beneficios, pues se encuentran prácticamente sitiados.

Es una región dedicada a la producción de cítricos y a la ganadería, de campesinos y comerciantes cuyos hijos ahora no pueden ir a la escuela por temor a ser secuestrados.

Los adultos mayores tampoco salen de los pueblos y sus heridas y enfermedades no son atendidas, pues no hay médicos. Vivir ahí significa una sentencia de muerte.

Ahora son pocos los que se aventuran a salir de su territorio y, cuando lo hacen, extreman precauciones para garantizar su regreso. Afuera se sienten vulnerables, desprotegidos, sin el apoyo de su gente.

El miedo es algo lógico para ellos, el temor y la zozobra se alimentan con los casos de familiares desaparecidos o asesinados, casos que son imposibles de denunciar, pues aseguran que las autoridades se niegan a recibirlos y que la Fiscalía de Veracruz no investiga.

Hace seis meses la organización Pueblos Unidos Contra la Delincuencia se conformó con ganaderos, comerciantes, obreros y campesinos que se encontraban cansados de secuestros, asesinatos y extorsión.

Poco a poco han logrado ‘armarse’ y con ello hacer frente a los ataques del crimen organizada.