Esta décima edición del Día Internacional del Jazz es una oportunidad para celebrar una vez más la riqueza de esta tradición musical. El jazz es una realidad múltiple, tejida a través de encuentros entre culturas, instrumentos y personas.
Desde hace decenios, el jazz no deja de vibrar con las aportaciones de cada persona que lo interpreta y, al mismo tiempo, cada uno de sus acordes es una invitación a explorar nuevos horizontes.Este carácter abierto del jazz, su apertura a la improvisación, al otro, es lo que lo convierte esencialmente en una música de paz.
Como señaló en El Correo de la UNESCO el gran jazzista Herbie Hancock, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO e impulsor de la conmemoración de este Día Internacional, precisamente porque se interpreta con un espíritu de apertura al otro, el jazz transmite “valores humanistas”, que son “esenciales para la comprensión mutua, el diálogo y el respeto”.
En un momento en el que la pandemia exacerba con demasiada frecuencia todas las tensiones de nuestras sociedades, en el que vemos resurgir prejuicios y discriminaciones, necesitamos más que nunca esta invitación esencial del jazz a respetar al otro.
Esta es la universalidad de un género que nunca ha dejado de romper barreras, hablando de libertad desde la esclavitud, de diálogo desde la separación, para tender puentes, por encima de orígenes, fronteras o clases, mediante la música y la creación.Del jazz debemos aprender también la fuerza de la improvisación, que supera todos los obstáculos y permite que una tradición se renueve continuamente sin perderse.