Cortesia Milenio

Esta décima edición del Día Internacional del Jazz es una oportunidad para celebrar una vez más la riqueza de esta tradición musical. El jazz es una realidad múltiple, tejida a través de encuentros entre culturas, instrumentos y personas.

Desde hace decenios, el jazz no deja de vibrar con las aportaciones de cada persona que lo interpreta y, al mismo tiempo, cada uno de sus acordes es una invitación a explorar nuevos horizontes.Este carácter abierto del jazz, su apertura a la improvisación, al otro, es lo que lo convierte esencialmente en una música de paz.

Como señaló en El Correo de la UNESCO el gran jazzista Herbie Hancock, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO e impulsor de la conmemoración de este Día Internacional, precisamente porque se interpreta con un espíritu de apertura al otro, el jazz transmite “valores humanistas”, que son “esenciales para la comprensión mutua, el diálogo y el respeto”.

En un momento en el que la pandemia exacerba con demasiada frecuencia todas las tensiones de nuestras sociedades, en el que vemos resurgir prejuicios y discriminaciones, necesitamos más que nunca esta invitación esencial del jazz a respetar al otro.

Esta es la universalidad de un género que nunca ha dejado de romper barreras, hablando de libertad desde la esclavitud, de diálogo desde la separación, para tender puentes, por encima de orígenes, fronteras o clases, mediante la música y la creación.Del jazz debemos aprender también la fuerza de la improvisación, que supera todos los obstáculos y permite que una tradición se renueve continuamente sin perderse. DG/ME/ID/2021/19 – pág. 2 Ante esta crisis múltiple que pone de relieve la urgencia de reinventar nuestras sociedades, nuestra relación con el mundo y con los demás, la flexibilidad, la audacia y el optimismo del jazz pueden inspirarnos para celebrar, con Nina Simone, “un nuevo amanecer, un nuevo día”.Más que nunca, necesitamos el jazz, pero el jazz también nos necesita a nosotros. Este Día Internacional es también una oportunidad para expresar todo nuestro apoyo a los músicos de todo el mundo que han perdido repentinamente sus ingresos por el cierre de salas de conciertos, clubes o bares.A pesar de ello no han dejado de compartir su música, allá donde ha sido posible, en Internet o en las calles, sin perder su generosidad, su aliento y su inventiva. A nosotros nos toca demostrarles que tampoco han perdido a su público. Por ello, es un placer poder contar una vez más con el compromiso inquebrantable del Instituto Herbie Hancock, que nos permitirá celebrar juntos, a través de Internet, este Día Internacional, haciendo que el poder del jazz resuene en todo el mundo. Debemos apoyar a los músicos y, también, a todos los artistas, como la UNESCO lleva haciendo desde hace un año, especialmente brindándoles la oportunidad de expresarse en más de 255 debates ResiliArt celebrados en más de 110 países, para inventar juntos formas de superar la crisis y construir el futuro. En este día tan particular, compartamos el último deseo de Chick Corea, leyenda y encarnación del jazz, tristemente fallecido en febrero: “Espero que quienes sienten el impulso de tocar, escribir, interpretar en público, puedan hacerlo. Si no por ellos mismos, por el resto de nosotros. No es solo que el mundo necesite más artistas, sino que además así es mucho más divertido”.