POR: Francisco L. Carranco.- Haciendo una revisión sobre los delitos de alto impacto, como el de Minatitlán, evento delincuencial que adelanto la incursión de la Guardia Nacional en actividades de seguridad pública ante un reclamo unánime de la población que pide paz y tranquilidad en una zona que está estancándose ante la proliferación de los delitos, de todo tipo, y sin respuestas concretas de la autoridad.
Una semana, solamente, pasó para que la nueva figura de seguridad denominada, Guardia Nacional, iniciará operaciones en una de las zonas, actualmente, más conflictivas del país, el propio Presidente de la República, tuvo que apersonarse al territorio dominado por los grupos delincuenciales y que, con la masacre de las 13 personas, obligó al ejecutivo a responder al crimen con el despliegue de la nueva fuerza militar contra el crimen.
Con las promesas de regresar la paz y tranquilidad fue un compromiso de AMLO, quién instruyó al Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, para que, con 1.059 miembros de la Guardia Nacional, iniciara el despliegue en Minatitlán, Cosoleacaque y Coatzacoalcos. En las calles de Minatitlán, ya se observan convoyes de elementos federales que portan las siglas «GN» de la Guardia Nacional, y que realizan recorridos y revisiones de vehículos.
La primera coordinación de la Guardia Nacional se instaura allá a finales de abril y los operativos efectuados dan un relativo triunfo, en el caso Minatitlán, con la estrategia iniciada con rondines y retenes de vigilancia.
Minatitlán cuenta ya, tras las rejas, con los asesinos intelectual y material indiciados, es decir, los vinculados con los asesinatos de la masacre de abril fueron detenidos y el poder judicial pronto dictará sentencia contra estos sicarios, que dicho sea de paso, fueron atrapados en operativos donde no hubo más enfrentamientos a tiros.
La estrategia de retenes en lugares importantes hizo que “El Lagarto” y “El Pelón” fueran detenidos con posesión de armas y drogas y, aunque sorprendió que el primero fuera capturado en el estado de Campeche, trascendió que fue dentro de la estrategia y coordinación de las fuerzas federales con las fuerzas estatales el arresto, fue un éxito para la Guardia Nacional.
En una semana esta nueva fuerza militar resolvió el caso que conmocionó al mundo, los presuntos responsables están ahora en prisión preventiva, pero, la detención no causó la misma expectativa que causó la muerte de las víctimas, la solución del problema se ha de no causo el beneplácito social de la población, más bien fue visto como una acto de rutina, en lugar de que el estado y el propio presidente se vanaglorie este gran logro, le dé resultados a los familiares de los muertos y anuncie que sigue la persecución de más células de crimen.
Considero que las fuerzas federales lograron imponer una estrategia de persecución y seguimiento de los delincuentes y ese éxito representa su primera acción que fortalece su actuar y que la sociedad debe reconocer y sentir el apoyo de la agrupación militar en funciones de seguridad pública que logra por lo menos un paliativo contra el azote de la delincuencia.
Definitivamente, no podemos pensar que con la detención de los dos líderes del crimen organizado, señalados como los jefes de plaza, se acabará la delincuencia, por supuesto que no, ya que la inercia de los delitos del crimen organizado y los del fuero común, en un lugar como Minatitlán, donde las autoridades policiacas municipales y estatales están desde hace tiempo rebasadas, incluso, donde se habla de complicidades entre delincuentes y mandos de las propias corporaciones de seguridad, hace el trabajo más difícil, pero es un avance.
Sin embargo, La Guardia nacional, deberá prever, con sus servicios de inteligencia, que si se da el supuesto de que algunos policías o jefes están inmiscuidos en el crimen, pues deberán de proceder contra ellos, porque no es posible que la sociedad sepa que si hay colusión, corrupción y abuso de las autoridades que se hacen de la vista gorda, mientras otros hacen su chamba y ellos dilatan la impartición de justicia.
Para muchos en el país, la permanencia de la Guardia nacional en Minatitlán y toda la zona sur de Veracruz, ofrecen un respiro y, como bien los dijo el Presidente de la República, en esa zona se han logrado contener los homicidios, pero no se han acabado los delitos, en estos momentos la policía municipal y estatal tiene el apoyo de la fuerza federal con personal capacitado en tareas de guerra y armas similares a las que portan los delincuentes, es decir, la fuerzas están equilibradas y pronto, ojalá, esteremos hablando de un sometimiento del delito ante la fuerza del estado.
En paralelo las leyes reglamentarias de la constitución de la Guardia Nacional se están realizando para normar la actuación militar en la construcción de la pacificación del país, esto lleva a que se deben de aclarar las responsabilidades de esta Coordinación con reglamentos, como los tiene la SEDENA, SEMAR, el Consejo nacional de Seguridad y la Secretaria de Seguridad pública en la implementación de la política para “atacar” a el crimen organizado.
Y subrayo el término “atacar” porque ese es el punto para la operación de la Guardia Nacional, ya que han pasado 30 años de que nuestro ejército de paz circunscribe su actuación sólo si son atacados por grupos de sicarios o delincuentes, de otra manera permanecen acuartelados hasta que hay una llamada de auxilio de la sociedad o víctimas para que inicien sus actividades beligerantes.
El nuevo esquema presume el trabajo de inteligencia y logístico para realizar tareas y acciones de persecución de los delincuentes, con uso de tecnología, personal y estrategias que no requieren de un disparo en contra para salir a buscar a los delincuentes, esa etapa ya pasó, ahora, es necesario ir por ellos para cumplirle a la nación y a la palabra empeñada. Que así sea.
Suburbio 1
Que en alguno de los palacios, de la Calle de Enríquez, se prevén cambios importantes, pero no hay ánimo