POR: Francisco L. Carranco.- En menos de dos semanas, en la frontera sur de nuestra país se han suscitado enfrentamientos entre grupos de migrantes, autoridades y agentes migratorios que, bajo el principio de cumplir con su deber, han recibido de todo de los contingentes de individuos de diferentes nacionalidades que intentan ingresar a México.
La cosa se pone cada día más violenta, por la actitud beligerante de los extranjeros. Cero respeto a la autoridad.
Durante años y, quizás, desde la fundación el Instituto Nacional de Migración, la política migratoria y los trámites para internarse a nuestro país en cualquiera de las modalidades que regula INM, no resultaban problemáticos, además, de que el acceso a nuestra nación era minúscula y poco notoria dentro del tránsito y estancia de los extranjeros del cono sur en México. Bajo el principio de buena vecindad.
Obviamente, la migración ilegal, también, siempre ha existido y permitido en nuestra frontera sur; a la fecha no sabemos cuántos cientos de miles, quizás, de Hondureños, Guatemaltecos, Salvadoreños y Nicaragüenses, han atravesado nuestro país sin ninguna restricción ya sea por la parte legal, ya sea por la parte ilegal y si lograron pasar a Estados Unidos o no o, finalmente, se quedaron en México para lograr una mejor “calidad” de vida. No hay estadísticas confiables.
El problema migratorio era considerado “natural” no era foco de llamar la atención hasta que, apenas unos años, empezaron las migraciones masivas de indocumentados suramericanos con la “intención” de pasar a los Estados Unidos, pero ese supuesto transito quedó varado en la frontera norte por las exigencias de visa de los Estados Unidos para dejar entrar a los extranjeros, provocando caos social en las ciudades fronterizas, pero las mexicanas.
Cobijados por una política de derechos humanos que protege a cualquier individuo en nuestro territorio sea residente, migrante o todas las modalidades que contemplen los reglamentos de inmigración mexicanos; una política humanitaria a favor de víctimas y desvalidos, un Gobierno paternalista y permisible que evita, en ocasiones, aplicar la ley para dar concesiones a veces de más y a veces de riesgo, lo que degeneró el proceso migratorio hasta volverlo problema de seguridad pública y seguridad nacional. Los extranjeros que no son repatriados a sus países de origen se atomizan en las ciudades mexicanas y se invisibilizan.
Los migrantes, ahora, viajan en contingentes, son miles y miles de personas que vienen, prácticamente a una peligrosa aventura, de pronóstico reservado, porque no conocen el fin del camino y su destino, las primeras caminatas lograron entrar por razones humanitarias y con la condición de paso hacia la Frontera Norte.
Todos o casi todos carecen de documentos de identidad y de documentos requeridos por el INM para otorgarles los permisos de internación, por lo tanto, la gran mayoría entra ilegal a nuestro país, sin controles de ningún tipo.
La ausencia de estos controles, es lo que más preocupa a la sociedad mexicana, los nuevos migrantes que vienen del centro y Suramérica, al pasar ilegalmente, no aseguran de ninguna forma su salud ni su criminalidad, no hay historial sanitario porque no traen visa, certificados ni se someten a revisiones médicas para internarse al país, lo mismo pasa con los antecedentes penales, obviamente, vienen huyendo de su país con el carácter de refugiados, que no traen dinero para comida, transporte, ni documentos y lo más mínimo para subsistencia, además, de viajar con niños y uno que otro adulto mayor.
Pero, estamos hablando de una o dos personas, quizás una familia o pequeños grupos, que pasaban inadvertidos en los controles migratorias, se internan a nuestro país y lograban el tránsito a los Estados Unidos o su permanencia ilegal en México, sin embargo, este tipo de emigrantes que era absorbido por la sociedad y su estancia, quedaba como normal puesto que en nuestro país las leyes migratorias son débiles, sin exigencia y, con la austeridad, difícil de perseguir, detener y repatriar a los migrantes al país de origen.
Los nuevos indocumentados que están estacionados en la frontera sur, son otro tipo de migrantes que viajas en numerosas caravanas con otra mentalidad son violentos, utilizan la fuerza, crean desmanes, líos con la autoridad, provocan vandalismo, agreden a los agentes migratorios mexicanos, cuando pasan por la ciudades generan caos, basura, y ponen en riesgo la salud pública porque ha trascendido que en ocasiones los migrantes viajan con personas enfermas, con el peligro de provocar contagios por los lugares donde pasan.
Los migrantes ilegales regionales o extra continentales como los cubanos y africanos, algunos chinos, a los cuales exhiben una carga emocional de resentimiento hacia su país de origen, al país que llega en este caso México, y a cualquier tipo de autoridad o reglamentación, en cualquier momento agrederán a la sociedad mexicana en su paso.
El ilegal ha perdido su sentido de pertenencia e identidad nacional, lo que puede reflejar y manifestar conducta violenta y beligerante como se observado en las fugas de los centros de contención en las oficinas de Inmigración en el estado de Chiapas, que ha obligado a la Secretaria de Gobernación a determinar que esos lugares de registro y detención se vuelvan albergues para contener la furia de los inmigrantes ilegales. Que exigen derechos que no les corresponde, porque actúan como invasores atacando a las autoridades.
Cuando se trata de inmigrantes ilegales que han escapado de su país de origen por motivos políticos, ideológicos o sectarios, llegan a representar verdaderos focos de infiltración cultural, cuyo control escapa de las autoridades del país-destino o de tránsito.
La necesidad de encontrar formas de supervivencia lleva al ilegal a desempeñar cualquier tipo de actividad retribuible, ya sea legal o ilegal. En el caso de la primera, obviamente desplaza a la mano de obra del país de tránsito o de estancia permanente; en tanto que en las segundas, como el robo, la prostitución y los delitos contra la salud, causan graves daños a la ciudadanía del país al que arriban a esto hay que sumarle que estados Unidos está deportando a los extranjeros de Suramérica, no a sus países de origen sino a la frontera norte que no tarda en colapsar. El tic tac de la bomba de tiempo avanza.
Suburbio 1
Qué la visita, de la Secretaria de Gobernación a Veracruz, tuvo varias lecturas y una advertencia