La sequía abrumó el año pasado a tal nivel que el gobierno de Nuevo León anunció bombardeos con químicos a nubes para «provocar» que lloviese. Ese mismo camino es el que han adoptado en algunos países árabes y, ante la alerta por una sequía que duraría al menos tres meses en el Valle de México, Gobierno de México ha anunciado que SEDENA aplicará la misma técnica sobre la cual no hay consenso científico alguno acerca de su eficacia.

La SEDENA también puso a disposición de la Secretaría de Agricultura una nave para que hiciera lo propio con el bombardeo de nubes y así «contribuyera» en 2021 a combatir incendios. Dado el acercamiento que la SEDENA ha tenido con la técnica, la secretaría está confiada en que pueden provocar que llueva en las tres presas que componen al sistema Cutzamala.

«Ya lo vimos con los técnicos de Conagua. Las condiciones que se tienen en el área del Cutzamala son muy buenas, hay humedad, nubosidad, entonces estamos trabajando para establecer las fechas en que haremos los bombardeos», dijo e conferencia de prensa el secretario de la Defensa Nacional, Cresencio Sandoval.

Las pruebas en el mundo


Más de 50 países experimentan en todo el mundo con el bombardeo de nubes, también conocido como «siembra de nubes». Las prácticas pueden diferir en detalles, pero esencialmente se trata de esparcir químicos como el yoduro de plata en nubes que tienen ya altos niveles de humedad. El principio no es complicado de entender: el yoduro de plata sirve como una especie de plataforma que ayuda a que los cristales de agua ya presentes en las nubes se adhieran y ganen peso. A mayor concentración y mayor peso los cristales ganan volumen y luego caen por efecto de la gravedad.

Pero la Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos no ha encontrado evidencia estadística sobre aumentos significativos de lluvias al utilizar técnicas de siembra o bombardeo. La NOAA ha recibido en Estados Unidos más de 800 informes con distintos procedimientos sobre siembra de nubes, pero el problema sigue siendo que las condiciones en los experimentos son sumamente difíciles de replicar para asegurar el mismo resultado.

En el mejor de los casos, la siembra es una práctica dudosa. Rob Jackson, ecologista allegado al estudio que hizo la Academia Nacional de Ciencias, llegó a conceder que puede haber resultados positivos, aunque solamente en escenarios muy específicos. «Se puede exprimir un poco más de nueve o lluvia en algunos lugares bajo algunas condiciones, pero eso es bastante diferente de un programa que afirma aumentar de manera confiable las precipitaciones«, dijo.