FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Hay instantes fortuitos que definen situaciones y uno de ellos lo tuvimos cuando al presidente se le ocurrió presumir el tren que va a conectar su mini aeropuerto con la Ciudad de México y es que, mientras en un ambiente distendido explicaba acompañado de sus amigos más cercanos para qué va a servir ese tren y que por sus ventanas se veía la terminal aérea en construcción; el equipo técnico al parecer presentó una falla y las imágenes que se veían en las ventanillas, de pronto se desvanecieron y se descubrió que el presidente no iba en el vehículo que decía ir, porque además este aún no existe y en todo caso o estaba en un simulador o en otro vehículo en el cual simuló lo que no existe.

Pues esta anécdota del tren con realidad virtual sale a colación debido que al momento de escribir estas letras, se conmemora el día internacional de la lucha contra la corrupción y esa lucha en la mayor parte de México, es tan virtual como el recorrido que hizo el presidente en el tren que no es el que dijo que era.

Veamos como la realidad virtual se despliega a lo largo y ancho del país y es que esa imagen simulada parte de una campaña que ha resultado a lo largo de los siglos como exitosa y que consiste en repetir una cosa miles de veces y como consecuencia de la repetición, el mensaje a comunicar es validado consciente o inconscientemente por el receptor independientemente de su veracidad; ese es el truco tanto de publicistas comerciales como de propagandistas políticos.

Y así tenemos que quien hoy es presidente de la república, desde hace décadas ha repetido una y mil veces que no es una persona corrupta y ya llegado al cargo, esa primera persona del singular se transformó en primera persona del plural para quedar como “nosotros no somos corruptos”, frase que diariamente repite tanto en sus shows matutinos como en cuanta ocasión se le presente.

Frase aderezada con decir que la corrupción quedó en el pasado y que a partir de su llegada a la presidencia la corrupción en el país quedaría como un mal recuerdo y obviamente de tanto repetir lo mismo, pues resulta que la mencionada quimera se asume como real.

Sin embargo, la realidad siempre ha sido muy distinta a lo pregonado y es que desde que fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, las corruptelas en su entorno han sido ampliamente difundidas, como evidente ha sido el persistente rechazo a combatirlas y esa misma realidad, aunque ignorada por muchos, alcanza a su misma persona.

Por solo mencionar un par de ejemplos fáciles de comprobar de la corrupción personal de López Obrador, tenemos el enriquecimiento personal y el tráfico de influencias.

El primero de ellos es notorio debido a su simple subsistencia como ser humano y es que para enriquecerse indebidamente no es necesario tener miles de propiedades o millones de pesos, cosas que eran notorias en los priístas pero que con López Obrador no se han comprobado, pero con el solo hecho de mantenerse y mantener a su familia durante décadas sin tener algún trabajo lícito remunerado, salvo los periodos en los que dirigió al PRD, a su partido actual y los dos cargos públicos que ha ocupado, permite suponer o que es muy austero y hace rendir el dinero  de una manera casi increíble o se ha servido de fondos públicos destinados a sus partidos y campañas para solventar su paso por este mundo a lo largo de tantos años.

Y si a ello le sumamos que a lo largo de su carrera política lo han acompañado los video escándalos de allegados y familiares recibiendo jugosas “donaciones” fuera de la ley, fácilmente podemos aclarar la forma en que ha subsistido en esta vida. A ese razonamiento en derecho penal se le conoce como prueba circunstancial.

Ahora bien, el tráfico de influencias que también es corrupción, lo encontramos en todas y cuantas designaciones ha hecho en los cargos públicos que ha ocupado y es que bajo el pretexto de “poco profesionalismo y mucha honradez” ha colonizado poderes, órganos autónomos y dependencias públicas con personas ineficaces para lo que están designadas, pero que nunca le negarán un favor a quien las puso en sus cargos y en eso precisamente consiste esta modalidad de corrupción.

Por estos dos motivos es claro que a los de casa nunca va a perseguir, ya que son personas que han sido, son y serán claves para seguir viviendo del presupuesto y ahí se explica por qué las denuncias de corrupción en contra de la actual administración nunca prosperan y el que las fiscalías anticorrupción no alcancen siquiera el uno por ciento de efectividad en su labor.

Así que tan virtual es la no corrupción personal de López Obrador, como lo fue el recorrido que hizo en un tren inexistente pero que hizo creer como real.

Nuevo Arzobispo de Jalapa

Ha sido designado el arzobispo de Jalapa, un prelado yucateco que llega directamente de la Curia Romana, personaje muy cercano al Papa y quien seguramente va a transformar y modernizar a su ahora arquidiócesis; resultando como en todo, muy alentador que provenga de otra provincia eclesiástica, ya que no hay nada mejor que la diversidad.

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