FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Con alarma estamos viendo cada día como la impartición de justicia sobre en todo en casos políticos se va trasladando de las salas de juicios orales a la más descarnada exposición en redes sociales.
Es decir que la persecución y juicio en contra de quienes por razones políticas no son afines a los gobiernos emanados de Morena, ya sea porque estuvieron en gobiernos anteriores o porque simple y sencillamente militan en otras opciones políticas se lleva a cabo exhibiéndolos ante las redes sociales y los medios de comunicación y afirmando por parte del gobierno que son implicados en tal o cual crimen sin que exista una sentencia judicial.
Siendo esa cuestión aún más grave debido a que el presidente de la república públicamente ordena a las autoridades investigadoras el que se filtre en las redes sociales cualquier imagen o video que pudiera ser una prueba en juicio con el aterrorizante argumento de que “es necesario que el pueblo se entere de cómo eran las cosas en el pasado”.
Y es aterrorizante ese argumento debido a que lo que persigue el gobierno no es la impartición de justicia, sino que más bien lo que busca y por desgracia encuentra es un verdadero linchamiento social.
En pocas palabras se filtra un video o se exhibe a una persona siendo detenida y a partir de ahí se lanzan toda clase de acusaciones que inmediatamente se exhiben en redes sociales de manera masiva y se genera la certeza de que el implicado es culpable de un delito.
Ya no importan ni el control judicial ni los amparos ni ningún medio de defensa legal porque el pueblo ya sabe de qué se trata y ya tomó su decisión y esa es la válida, aunque el proceso legal ni siquiera haya comenzado.
Es decir, estamos llegando a una situación muy parecida a la que existió cuando operaron los tribunales revolucionarios que sembraron el terror tanto en Francia como en la desaparecida URSS poco después de que ambas iniciaron sus revoluciones y que consistían en jurados improvisados que persiguieron y sentenciaron a todo aquel que consideraban que no apoyaba que estaba en contra de la revolución.
Nada más que ahora ese tribunal revolucionario no está integrado por girondinos, jacobinos, trabajadores o campesinos, sino que está integrado por toda la población y los acusadores implacables son cuentas anónimas creadas en redes sociales exprofeso para provocar el deseado veredicto popular.
Ejemplos de lo anterior ya tenemos de sobra con todo el espectáculo montado por la denuncia que interpuso Emilio Lozoya o con el juicio sumarísimo que hicieron las redes sociales en contra de Rosario Robles o del empresario Alonso Ancira entre otros muchos que ya sean judicializado y ni hablar de todos aquellos que fueron señalados por el imputado Emilio “N” a quienes ya se juzgó en las redes sociales en donde cualquier persona puede ser juez.
Y no importa si luego los señalados demuestran en los cauces legales su inocencia o peor aún si nunca son formalmente acusados por no tener pruebas para hacerlo, ya que lo que importa verdaderamente es el veredicto del tribunal revolucionario virtual montado por el gobierno.
Siendo esa la situación por la que todos y cada uno de nosotros tenemos que preocuparnos, ya que esos tribunales revolucionarios comienzan persiguiendo a los más conocidos contrarios al régimen, pero ineludiblemente desembocan en la persecución de cualquier persona que sea señalada de oponerse al gobierno y es ahí cuando se desarrolla el terror en su máxima expresión y las dos revoluciones que mencioné terminaron así.
Por ello hay que poner atención en lo que está sucediendo y no dejarse llevar por el argumento barato de que, si fulano es señalado de haber cometido algún delito en alguna administración pasada o presente de signo político diferente al partido de López, es porque seguramente lo hizo y es que no es porque ese fulano sea necesariamente inocente pero sí se presume su inocencia hasta que judicialmente sea declarado culpable.
En eso radica el vivir en un Estado de Derecho y por el bien de todos debemos de preservarlo, ya que nos garantiza a todos el tener un juicio justo mientras que el tribunal revolucionario busca todo lo contrario y hoy va por políticos de administraciones pasadas, pero si el monstruo crece se lleva a cualquiera, hasta a quienes lo crearon, siendo el mejor ejemplo de ello la historia de Robespierre.
Twitter: @FelipeFBasilio