A Hilda Duayhe Tame, en paz

La historia reciente que vivimos nos da cuenta de algunos muy altos funcionarios públicos que han caído en la cárcel o en procesos judiciales en marcha; hay otros bajo  condena  mediática y social que los mantiene alejados de reflectores o de plano cuasi enclaustrados al grado que no pueden ni siquiera ir a una plaza comercial de visita.

En el caso de los expresidentes sólo uno fue juzgado y con arresto domiciliario, Luis Echeverría Álvarez, a quien le atribuyeron genocidio en los movimientos estudiantiles del 68; desde él ningún otro de sus homólogos ha sido, aún, acusado formalmente ante tribunales.

Excepto en algunas reuniones internacionales o sociales –uno hasta las mañanitas canta vía internet por cinco mil pesos; otro aparece de hippie-  son poco encontrados en público.

Es el caso de los vivos: Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto

Lo que sí lograron juntos fue consolidar, en el peleado sitio de naciones más corruptas del mundo, a México.

Y cómo vemos ahora no se trata de un asunto cultural, como alguna vez dijo el excelso Enrique Peña Nieto, sino de aplicar las leyes al gusto en algo muy lejano de lo que se quiere: estado de derecho.

Así entramos al asunto de Emilio Lozoya, exdirector general de Pemex, pirrurri tercermundista, al que no le gustaba, ya en el cargo, hablar ni con su sombra, salvo que le entraran con una buena lana por audiencia de la que podían salir millonarios negocios.

En su búsqueda de testigo protegido, lo que le puede valer al final de cuentas una sentencia menos rigurosa y de paso salvar a su mamá, hermana y esposa, de una celda, ya está soltando la lengua.

En su extensa declaración de 60 hojas, se les fue a la yugular a los expresidentes Salinas, Calderón y Peña Nieto.

De paso a los excandidatos presidenciales Ricardo Anaya y José Antonio Meade; los exsecretarios de Hacienda Luis Videgaray, José Antonio González Anaya y Ernesto Cordero.

A los gobernadores panistas de Querétaro, Francisco Domínguez; de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca. A los exsenadores panistas Salvador Vega Casillas, Jorge Luis Lavalle y al priista  David Penchyna (por cierto, este con un sueldo de 700 mil por mes en el Infonavit, así quiero una chamba); Carlos Treviño Medina, exdirector de Pemex, y a Rafael Caraveo, a Osiris Hernández, secretario de Ricardo Anaya, y a la periodista Lourdes Mendoza.

Todos ellos en un rejuego de, por lo pronto,  500 millones de pesos destinados a la campaña de Peña Nieto y al proyecto de Etileno XXI con Odebrecht-Idesa a la cabeza; y falta Agronitrogenados y contratos dados, sin mesura, a los cuates.

Más los que se acumulen. Falta, ahora, pasar de los dichos a las pruebas y a las defensas en tribunales. Mediáticamente, todos estos están fritos, incluido el que lo dice.

Atraques

  1. Con gran simpatía y entusiasmo el exgobernador Javier Duarte de Ochoa tuvo el acierto de regalar un auto Jaguar de Adolfo López Mateos a Enrique Peña Nieto, eso sí, con sus recursos personales eh, se aclara. Cuanta amabilidad.
  2. En tanto los científicos José Sarukhán y Gonzalo Halfter califican a Veracruz como el peor estado del país en la conservación de la biodiversidad. En 1977, Veracruz tenía 2.6 millones de hectáreas de bosques y selvas; hace tres años, quedaban 400 mil y hoy, ya no se sabe. De esto quién da cuenta, la ganadería extensiva sigue y sigue. Esperemos que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se ponga las pilas.