“Ya solo restan un año, un mes y veintisiete días para que se vaya a … su rancho”
FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- En uno de sus talk shows matinales, no me pregunten cuál fue porque no los veo, el presidente miraba extasiado una pantalla que tenía su imagen y en ella se
reproducía la letra de una canción, misma que supuestamente el presidente de la
república mexicana había grabado en versión karaoke.
Lo anterior sería hilarante si el país tuviera los índices de salud, educación,
seguridad y respeto a la ley de Dinamarca; también sería tachado como frívolo e
irresponsable, si supiéramos que López es un improvisado que se sacó la lotería y
llegó a la presidencia, tal cual sucedió con una dizque magistrada veracruzana que
posó como Chak Mool en el escritorio en el que se ventilan asuntos serios y en el
cual despachó hasta que reinstalaron a otra magistrada no deseada por la 4t local, a
la fecha no sé si fue burla para la que llega o simple lucimiento de la fulana.
Pero en el caso del presidente embelesado por su propia imagen, lo que se
nota es simple y sencillamente que la enajenación mental derivada de una muy
fuerte megalomanía, le hizo perder todo contacto con la realidad.
En México es muy común que quien detenta un cargo con poder, y más si es
el máximo, se vaya gradualmente aislando y viviendo en una realidad paralela, de lo
cual López Obrador no ha estado exento, ya que no hay que olvidar que dejó de
viajar en vuelos comerciales, ya no se da baños de pueblo en las giras y su palacio
está aislado por barricadas del resto de la ciudad.
Hasta ahí, todo concuerda con la “normalidad” del desgaste acumulado por
cinco años de ejercer un cargo (la popularidad es muy difícil que se mantenga,
aunque algunas encuestas hagan creer lo contrario); lo que ya no es normal, es que
el presidente día a día se la pasa dando tumbos al hacer y decir cosas que no tienen
que ver con la realidad o, peor aún, que van contra la realidad del dolor que se vive
en este país.
Siendo el mejor ejemplo de esto último, el que haya recibido y homenajeado
a la representante de las madres buscadoras de hijos desaparecidos de Argentina y
que, por el contrario, se niegue rotundamente a recibir a las miles de madres
buscadoras mexicanas, o sea, del país que gobierna; díganme si esta no es una
perversidad que raya en la locura.

Otro caso similar es que, frente a la realidad, y tal vez en algún momento de
lucidez, reconoció lo que ha negado en los cinco años que lleva en el cargo, el
desabasto tremendo de medicamentos y que solo se ha logrado solucionar de
manera parcial en menos de la mitad de las entidades federativas (ya no alcanzó el
periodo de lucidez para decirnos qué fue del INSABI); sin embargo, la demencia le
volvió y cerró expresando un verdadero delirio, como lo es el de la súper farmacia
en la Ciudad de México en la que se van a acopiar todas las medicinas que hay en el
mundo para distribuirlas en cualquier rincón de la geografía nacional en la que
hagan falta; díganme si no este delirio ya se va aproximando a los que Hitler tuvo
cuando se acercaba su final.
Por ello no va a resultar nada extraño que el comportamiento de López
Obrador sea aún más errático y radical en los últimos meses que le quedan en el
cargo y que el desenlace pueda resultar trágico para él y también, por otros
motivos, para el país; ya que debe de ser inconcebible para él una vida sin sus
shows diarios, sin sus lacayos y sin que se hable de él.
De igual manera, la cada vez más notoria falta de conducción en la
administración pública federal, sumada al desmantelamiento de todas las
autoridades que le deben de hacer un contrapeso, acarrea todo tipo de abusos y
corruptelas por parte de sus subordinados, pero eso ya será un tema que
abordaremos en otra ocasión.
Por el momento basta con estar conscientes de que el presidente no se
encuentra en sus cabales y muy seguramente su condición va a empeorar y que, por
lo mismo, nos espera un cierre de sexenio como no se había visto nunca antes.

[email protected]
Twitter: @FelipeFBasilio