Cortesia

FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Despedimos el año comentando un suceso que muy curiosamente ha pasado desapercibido en la mayoría de los medios de comunicación a pesar de su relevancia y ese hecho es la aprobación en ambas cámaras del Congreso de la Unión de una reforma constitucional que busca, según sus promoventes, hacer una reforma de gran calado al Poder Judicial de la Federación tal y como sucedió en 1995.

Retomando la tradición romana de ponerle a las leyes el nombre de su autor dicha reforma es conocida como la Ley Zaldívar, toda vez que fue propuesta por el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo de la Judicatura Federal Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.

Sin embargo, dicha reforma no es nada innovadora, sino que por el contrario la misma es regresiva en muchos aspectos y en otros crea nuevos problemas, ya que dice su autor que con ella se fortalece a la Suprema Corte de Justicia como tribunal constitucional, aparte de que se combate el nepotismo dentro del poder judicial y así mismo se hace más ágil la impartición de justicia.

Más al analizar dicha reforma nos damos cuenta que no todo lo que brilla es oro y que lejos de lograrse lo que su autor sostiene, más bien se hacen cambios para quedar igual o incluso peor.

Veamos algunos ejemplos:

En cuanto al fortalecimiento de la Corte como tribunal constitucional tenemos que la reforma plantea descentralizar funciones que ésta ejerce en la actualidad como el resolver las contradicciones de tesis entre Tribunales Colegiados de Circuito y para ello se propone que los plenos que ahora son de circuito, se vuelvan regionales y así hacer que conozcan de las contradicciones entre tribunales de su región; con lo cual se busca relevar a la Corte de esa función y entonces surge la pregunta; ahora ¿Qué van a hacer?; si ya de por sí se trata de un órgano que sale muy caro para los contribuyentes y que además no quiera ya conocer de ningún asunto  de justicia ordinaria cuando generalmente es el único tribunal en todo el país que tiene criterios novedosos, ya que los demás solo resuelven los casos con formalismos y aplicando tesis muchas veces muy viejas y que no responden a las necesidades actuales debido a que están integrados por una burocracia judicial que se refugia en las tesis para no arriesgarse a innovar, además que salirse de ese esquema muchas veces les cuesta el puesto.

Aparte de lo anterior y complementándolo, resulta que se quiere fortalecer el papel de la Corte Suprema como tribunal constitucional y en lugar de dejar a su cargo cuestiones eminentemente jurisdiccionales, ahora se le reintegra la facultad de decidir en última instancia sobre los nombramientos y remociones de personal que haga el Consejo de la Judicatura Federal, dando lugar a que dedique parte de su tiempo a analizar dichos movimientos, es decir se le quitan asuntos de justicia ordinaria pero se le otorgan facultades administrativas que ningún alto tribunal moderno tiene.

Y es que es en la cuestión administrativa en donde debe de fortalecerse a todo el Poder Judicial y no solo a la Corte, ya que lo que se necesita es fortalecer de una vez por todas al Consejo de la Judicatura Federal y que éste sea el administrador único de todo el Poder Judicial incluyendo a la Suprema Corte y al Tribunal Electoral que a la fecha escapan de su competencia y resulta que la reforma en cuestión no toca esas “autonomías”.

Y ya que estamos en ese tema, quienes presentaron esa reforma constitucional dicen que se busca combatir el influyentismo y el nepotismo en la designación de servidores públicos adscritos al poder judicial; sin embargo ya en la reforma resulta que los exámenes de oposición sólo aplican para cargos menores, mientras que la designación de los secretarios proyectistas de los diversos tribunales, así como todos los trabajadores de la Suprema Corte y del Tribunal Electoral quedarán a criterio de sus titulares, es decir no hay cambio alguno y la discrecionalidad para otorgar altos cargos burocráticos seguirá siendo en favor de los ministros, magistrados y jueces.

Otro tema que también se debe mencionar es que con la Ley Zaldívar se va a aumentar la alta burocracia judicial y ello se debe a que los Tribunales Unitarios de Circuito se van a convertir en Tribunales Colegiados de Apelación, es decir de tener un magistrado van a pasar a tener tres cuando su carga de trabajo es realmente muy baja, ya que son muy pocos los asuntos que conocen  y como ejemplo tenemos que en Veracruz mientras los tribunales colegiados de circuito que conocen de amparos llegan a tener en promedio más de mil asuntos en todo el año, los unitarios no pasan de los cincuenta. Realmente considero que no es necesario incrementar el número de magistrados que los integran debido a su poca carga de trabajo.

Por último también les comento que se pretende mudar la elaboración de jurisprudencias migrando del sistema de reiteración al de precedentes, es decir para que sea jurisprudencia ahora se requiere que se falle cinco veces en el mismo sentido y con la reforma sólo será necesario uno; siendo este cambio novedoso y ágil pero no exento de complicaciones debido al culto tan grande que al interior del poder judicial existe por la jurisprudencia y es que al flexibilizar su elaboración se puede caer en una especie de caos al estar mudándose de manera permanente los criterios.

Siendo este último un tema que sí es novedoso pero que debe de ponerse a prueba un tiempo y ver si funciona o no.

Mas volviendo al tema de la organización administrativa del poder judicial, creo que si en verdad se quiere hacer una reforma de gran calado, se debe de fortalecer al consejo de la Judicatura como administrador único de todo el poder judicial federal y de ser posible sacar del mismo a todos los ministros y magistrados que lo integran, incluido su presidente, y dotarlo de puros consejeros expertos en cuestiones administrativas y así dejar a los juzgadores que atiendan la función para la que están destinados.

Concluyo esta colaboración deseando a todos mis lectores una feliz navidad y un excelente 2021 y nosotros nos volveremos a encontrar el próximo año, después de Reyes.

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Twitter: @FelipeFBasilio