“A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba hacia abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder: en el mejor de los casos, alguna vez habrá justicia, pero en el alto cielo. Aquí en la tierra, la caridad no perturba la injusticia. Sólo se propone disimularla.”  Eduardo Galeano

Por: Josué Corona Jiménez

Fotografía ilustrativa recuperada de Facebook (2019).  

Para contextualizar a nuestros lectores, vamos a comenzar mencionando que en este 2021 se jugarán 15 gubernaturas donde ya se están realizando campañas electorales. Oficialmente no ha comenzado la recaudación del voto y de hacerlo evidente podría traer sanciones por parte de los organismos electorales autónomos (Instituto Nacional Electoral y los Organismos Públicos Locales Electorales) sobre los partidos o figuras que caigan en esta práctica siendo sancionados por actos anticipados de campaña. En la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, en su Artículo 3º, se menciona claramente que los actos anticipados de campaña son todos aquellos que estén fuera de la etapa de campaña y que contengan expresiones de llamado al voto en contra o a favor de una candidatura o partido.

Pero no hay que esperar tanto tiempo para poder ver esas campañas, pues varios ciudadanos de buena voluntad ya están haciendo méritos de caridad social (proselitismo) para que en un futuro tengan un “hueso” en las próximas elecciones. (El trabajo en México de atraer o acarrear el voto nunca descansa.) Según el INE (en su calendario oficial), las campañas electorales inician el 4 de abril y terminan el 2 de julio. Con ello tenemos dos grupos de ciudadanos que van por puestos políticos: Partidos Políticos y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) (conocidas también como Asociaciones Civiles); estos grupos están completamente ligados al proceso de campañas electorales, al menos en México, y son los más conocidos.

Actualmente, hay 10 partidos políticos nacionales que se encuentran registrados en el INE (2021) y 43 197 Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) en todo el país, según el Registro Federal de Organizaciones de la Sociedad Civil (2020); la CDMX, al ser la ciudad mas grande de país, cuenta con 8 mil 794 organizaciones y en el caso de Veracruz, cuenta con 2 mil 988 organizaciones registradas.

Bueno, con ello ya podemos tener un panorama más amplio del papel de las OSC.  En el registro de las OSC en México se dice que su fin principal es el de un compromiso de labor social, además de estar orientadas al desarrollo integral y comunitario de una sociedad incluyente y a la cohesión social, pero, al parecer tienen un trasfondo de clientelismo político, es decir, de “reciprocidad” o “favores”.

Este año es electoral, aunque no estamos en el periodo de petición del voto, y tanto Partidos Políticos como OSC ya se encuentran haciendo labor social y fortaleciendo su “imagen” en medios masivos de comunicación, principalmente en redes sociales (Facebook, plataforma privilegiada para campañas políticas). En estos medios de comunicación es común encontrar fotografías de OSC y Partidos Políticos que participan en actos caritativos, como se mencionaba anteriormente, aprovechándose de la condición de pobreza en México.

La pobreza es uno de los principales problemas que siempre hemos tenido en el país. Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL,2019), 52.4 millones de personas en México viven en pobreza, representadas por el 41.9 por ciento de la población, de las cuales 43.1 millones vive en pobreza moderada, equivalentes al 34.5 por ciento, y 9.3 millones en pobreza extrema, equivalentes al 7.4 por ciento. En 2017, 6 de cada 10 habitantes de zonas urbanas y 4 de cada 10 en zonas rurales no recibieron el suficiente ingreso para comprar siquiera la canasta básica alimentaria.

La pobreza en México es una condición que se utiliza para ser explotada con fines políticos, y más en tiempos electorales, pues los ciudadanos que viven en esta situación se convierten en el público favorito de los políticos que buscan un cargo de elección popular.

Los pobres se tratan como elementos ornamentales, por el uso de jerarquías y poder que se muestra a través de la “fotografía”, donde se trasmite el mensaje (o se educa) a la población sobre las jerarquías y castas que deben prevalecer a través de los Partidos Políticos, y el papel que estos tienen como figuras de poder en el país en el que han prevalecido a lo largo de los años, al ser la forma “común” de hacer política en México.

Fotografía ilustrativa recuperada de Facebook (2018).

La fotografía es sin duda una parte fundamental de la comunicación política. A través de ella se pueden trasmitir imágenes sin palabras y contextos que se explican con una mirada, que sirven en su mayoría de elemento propagandístico del candidato en cuestión; este tipo de narrativa visual nos permite conocer lo que hacen nuestros representantes o “lo que nos quieren mostrar”.

En el caso de los elementos ornamentales, según la RAE, son un “conjunto de elementos que decoran”. Con lo anterior se entiende que las personas de escasos recursos son utilizadas en las fotografías de campañas políticas para embellecer la escena del candidato político. Es a través del sufrimiento de estas personas en situación de pobreza y de la caridad que se perpetúa este ejercicio de poder por parte de los políticos que buscan mantener sus jerarquías, así como el sometimiento de los ciudadanos a través de la marginación de necesidades básicas humanas.

Por ello, es necesario aprender a comprender el discurso de la fotografía (también de spots publicitarios) que anuncian los Partidos Políticos con la lectura crítica que merece, porque se está discriminando y cosificando a las personas a través de ella. Pero, al ser una práctica común normalizada a través de los medios masivos de comunicación se vuelve invisible. De este modo, los partidos políticos y OSC se aprovechan para mantener su relación de poder con los pobres y es ahí donde la persona es totalmente relegada a un objeto ornamental, quitándole toda humanidad que pueda tener y siendo solo un objeto decorativo para sus fines.

La sociedad, en este caso, como espectador y receptor de estás fotografías, tiene una ceguera respecto al clasismo, la discriminación y el racismo, por la cual no puede ni siquiera tener una lectura más allá de la fotografía y su contenido. Los pobres, como ya lo dijimos, son exhibidos como elementos ornamentales y decorativos mediante la fotografía, un giño grosero y burdo que lastima, porque se menosprecia la integridad, la dignidad y la vida de quien está siendo sometido en estos escenarios.

Es claro que la política con este tipo de fotografías tiende a ser frívola y clasista. Por ello, hay que mirarla y analizarla con un lente que nos permita entender las intencionalidades y el trasfondo de los partidos políticos y de las OSC; y no solo quedarnos con la parte superficial caritativa de escenarios políticos que enaltecen a la mentira en comunidades de alta marginación donde se engaña a la población a través del abuso, coacción y compra de votos con los mecanismos clientelares (de ser beneficiarios de programas sociales) de siempre.

Finalmente, hay que apelar y exigir como ciudadanos una política social que no se conforme en contener el aumento de la pobreza de la que todos somos víctimas por la situación de violencia estructural que permanece en el país. De igual manera, abogar por políticas que permitan a los ciudadanos empoderarse de herramientas para incorporarse al sector productivo, la educación, mayor justicia social y dejar la dependencia de programas sociales, que, con este último lucran (así como con todo) los partidos políticos y las OSC para sus fines proselitistas.