Mi intención para esta colaboración, en un inicio, fue dedicársela al oficial de la Fuerza Civil, Gabriel Martínez García, caído a consecuencia del rescate de unos turistas en las playas de Tecolutla, donde lamentablemente, perdió la vida en cumplimiento de su deber, pero no puedo dejar fuera a las víctimas de Minatitlán.
La Fuerza Civil es una de las corporaciones de seguridad pública destinadas a auxiliar a los ciudadanos en esta temporada de Semana Santa, junto con el ejército, marina, protección civil, Cruz Roja y otras dependencias que, año con año, instrumentan operativos de apoyo para salvaguardar la integridad física de los paseantes en los destinos de playa y otros con mayor afluencia de visitantes.
El Oficial Martínez García murió con honor, entregó su vida en el cumplimiento del deber encomendado: protección a los turistas, el cual trató de cumplir muy bien; con arrojó y ejemplaridad se lanzó cumplir su misión, logró salvar a tres personas y no pudo con la última porque la misma lancha, en la acción, golpeo su cabeza y ahogándose con la última víctima que trataba de salvar.
El espíritu de sacrificio antepuesto por este Oficial, demuestra que la Fuerza Civil, nos ha quedado a deber al igual que los otros cuerpos elite con los que cuenta el Gobierno de México que con sus equipos especiales de la Marina, Policía Federal, Ejercito Mexicano, gendarmería, principalmente, y próximamente la Guardia Nacional, deberían estar cumpliendo con su deber en la difícil tarea de mantener la paz, la seguridad y disminuir la inseguridad y proteger a los ciudadanos de la delincuencia.
El ambiente en Veracruz, principalmente, en el sur de la entidad, arroja las peores estadísticas del florecimiento de la delincuencia atentando en forma crítica a la sociedad, provocando miedo, mucho miedo, porque cada vez más las acciones delictivas cobran vidas, pero vidas inocentes de ciudadanos indefensos que al no tener la certidumbre de las autoridades, pronto estarán en pánico y eso no es bueno para la estabilidad política y social de la entidad.
El discurso sobre la seguridad está agotado, las dependencias encargadas del ramo resultan insuficientes ante el crecimiento delincuencial que, ahora, aparre de los delitos comunes y de delincuencia organizada, sumamos a las estadísticas los homicidios dolosos y asesinato de sociedad civil, como los lamentables hechos de Minatitlán
La delincuencia se desinhibe y ante la falta de estrategias contundentes de las autoridades contra el crimen, poco a poco empieza a extender una ley no escrita a favor de los delincuentes que empiezan a apoderarse de las ciudades, bajo el ancho manto de la impunidad
Minatitlán es un ejemplo de la ilegalidad que se vive en esa ciudad, los hechos de la noche del viernes en el restaurant “La Potra” y, según testigos, la forma en que mataron a los hombres, mujeres y al niño exhibe una total desvalorización de los sicarios que no les importan asesinar inocentes niños y mujeres, porque no hay nada ni nadie que los detenga, la lucha de las armas delictivas contra las palabras y promesas, ya no sirve.
Y entre toda la polvareda que ocasionó el homicidio múltiple el Secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, encabeza y dirige el operativo de las fuerzas policiales en busca de los asesinos; el jefe de la policía estatal, confirmó, que solicito apoyo y refuerzo del ejército, marina y Fuerza civil para tratar de capturar a los sicarios que ocasionaron las muertes de civiles en Minatitlán.
El propio gabinete de seguridad encabezado por el Gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, se compromete a dar resultados, y debe de haber resultados porque entramos en una situación donde destaca la iniciativa de os delincuentes de salir de su invisibilidad para que a plena luz del día se realicen los atentados contra los rivales, la propia policía o los ciudadanos que ni la deben pero si la temen.
Este día con el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, en Veracruz, en la peor crisis de inseguridad donde plantearía la estrategia de Seguridad a Veracruz, los sucesos de Minatitlán le obliga a dejar el discurso de amor y paz y cambiarlo por acciones que den certidumbre a los veracruzanos.
Ayer mismo, AMLO, se refirió al cochinero en que le dejaron al estado y los estamos limpiando, dijo, pero esa limpieza no llega a Veracruz y las instituciones de seguridad parecieran estar paralizadas, siendo sólo espectadores de lo que pasa.
La gente inicia su espiral silenciosa contra los discursos prometedores que no cumplen con la solución a los problemas, ya no se pueden ocultar algunas ineficiencias en la administración gubernamental, donde la población empieza a cuestionar, evaluar y calificar la actuación de los funcionarios y ponen en duda la capacidad del Gobierno del Estado, para resolver el problema de la inseguridad.
El crecimiento de la delincuencia organizada amenaza al estado de derecho y a las instituciones de Gobierno, incluso la cooperación entre los tres niveles de gobierno que entran en conflicto porque ninguna de éstas se atreve a aplicar la política pública contra la violencia.
El reto es mayúsculo, pero, al gobierno se le hace tarde en la toma de decisiones, el proverbio popular que reza “A grandes males… Grandes remedios” es hora de aplicarlos porque ya el sistema democrático con buenas intenciones no pasará de ser un imaginario que en la práctica, definitivamente, no funcionó.
Por consiguiente
La incapacidad del gobierno para enfrentar retos como el crimen organizado contribuye a la inconformidad de la sociedad respecto de la democracia. Los ciudadanos advierten en la incapacidad gubernamental una «disfunción política» que los puede llevar a aceptar el fracaso del proyecto, o sea, ¿valió la pena nuestro voto?