Por: Roberto Valerde García.- Cien por ciento jarocho, alegre, discreto, de lealtad inquebrantable, con buen sentido del humor, luchador social, muy exigente en el trabajo, priista de hueso colorado, formado desde las fuerzas juveniles, conoce a su partido por dentro y por fuera y tiene la visión para transformarlo.

Me refiero a Marlon Ramírez Marín, quien este martes, recibió de la Comisión de Procesos Internos del PRI, la constancia que lo acredita como presidente del Comité Directivo Estatal, al lado de Arianna Guadalupe Ángeles Aguirre, como secretaria general, para el periodo estatutario 2019-2023.

Al ganar la elección interna, Marlon ya hizo historia al derrotar a otras fórmulas respaldadas por viejos caciques priistas acostumbrados a no perder y cuando pierden a arrebatar como Carlos Aceves del Olmo, actual senador de la República y dirigente nacional de la CTM, quien pretendía imponer en la dirigencia del PRI de Veracruz a su sobrino consentido, Carlos Aceves Amezcua y a su compañera de fórmula, Marilda Elisa Rodríguez Aguirre.

El senador Aceves le metió dinero, colmillo e influencias para apoyar a su sobrinito, cuyos cargos que ha ocupado han sido precisamente a la sombra y amparo de su tío, quien por cierto ya se encuentra en demeritado estado de salud y como dicen los beisbolistas, ya ni picha, ni cacha, ni deja batear.

Igual dejó en el camino al ex alcalde de Paso de Ovejas y ex diputado local, Adolfo Ramírez Arana y a la candidata a la secretaría general, Silvia Domínguez López, ex secretaria de finanzas del partido y quien llegó con la espada a cortar cabezas, a bajar salarios y presuntamente a llenarse los bolsillos ella. Pareja política que traían detrás a otros dinosaurios, también de muy mala reputación como Ranulfo “Tonicho” Márquez Hernández, con fama de deshonesto, zorro, mapache, víbora prieta, tepolcata, rata de dos patas, animal rastrero y otras variedades de alimaña.

Ternurita, pobre anciano, ya todo mundo sabe del pie que cojea y no tenía ninguna posibilidad de imponer a “Fofo” Ramírez Arana, muchacho iluso que creyó que alguien podía comprarle un proyecto reformador del PRI, trayendo detrás una cola tan sucia y apestosa.

Ahora resta ver que Marlon haga las cosas bien, con transparencia, honorabilidad, con profesionalismo y mucho oficio político, para lo cual se pinta solo. Tendrá que integrar un buen comité, con gente profesional y que realmente estén convencidos de querer hacer las cosas diferente.

Como parte de la guerra sucia, al fragor de la contienda interna, pretendieron vincularlo con el panista y ex gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares y con su hijo Fernando Yunes, alcalde del puerto de Veracruz donde Marlon es regidor con licencia, pero no hay vínculos.

Si el porteño quiere en verdad dejar su nombre en la historia del PRI y de la política veracruzana, tiene que darle una imagen fresca, con nuevos rostros, personas honestas, porque militantes, simpatizantes y aliados están cansados “de tanta pinche tranza” y regresar al manejo discrecional de la prerrogativa, a la venta de candidaturas, a los acuerdos en lo oscurito, a las imposiciones, será –sin temor a equivocarme- la sepultura del partido tricolor.

Reconozco en Marlon los méritos suficientes para ser el jerarca priista en Veracruz, ahora hay mucho trabajo por hacer con las bases, las pocas que queden, con los sectores, las organizaciones adherentes, hay que resucitar al muerto, darle vida al edificio de Ruiz Cortines en la capital del estado, ese mismo que el ex tesorero del partido, Jorge García Villalobos enrejó como si fuera una penitenciaria y llenó de muchachitas de cascos ligeros como si fuera burdel.

Hay que hacer una limpia, desde la raíz, pero con pleno respeto a los derechos laborales de los verdaderos empleados del partido, esos que han soportado tempestades, salarios a cuentagotas y debe quitar a quienes como miomas uterinos provocan muchos males y no dejan de chupar sangre hasta que los extirpan, conste. Ramírez Marín ya hizo historia y tiene todo para seguirlo haciendo.