FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Durante la época de la Guerra de los Tres años también conocida como la Guerra de Reforma los liberales solían llamar a sus oponentes como conservadores, reaccionarios y hasta les apodaban como “cangrejos”, ya que esos animales caminan hacia atrás y metafóricamente daban a entender que dichos adversarios miraban para atrás despreciando los avances del liberalismo.

Así mismo también les llamaban reaccionarios, porque precisamente reaccionaron de manera violenta a la aprobación de una constitución que era de corte liberal y hasta dieron un golpe de estado para evitar a toda costa la aplicación de esa constitución.

Pues esa historia se está reeditando ahora con la contrarreforma educativa que entró en vigor el 30 de septiembre y que irónicamente fue propuesta y respaldada por un gobierno que se dice sucesor de los liberales del siglo XIX pero que en realidad es tan conservador como los que en ese tiempo se opusieron a los liberales.

Y no solo es conservador, sino que también es reaccionario y lo es porque desde su campaña López prometió acabar con la anterior reforma educativa para devolver a los sindicatos las prebendas que tenían antes de la misma, algo así como la “religión y fueros” que los conservadores decimonónicos defendieron a capa y espada, ya que ahora se restauraron los fueros de los sindicatos educativos.

Consistiendo esos fueros sindicales en tener el control de las plazas docentes, el privilegiar la antigüedad y el escalafón por sobre el desempeño individual de los educadores y la preferencia en favor de determinadas escuelas como formadoras de educadores por sobre los mejores maestros independientemente del lugar en donde hayan estudiado.

Y me detengo en esos tres aspectos, porque considero que son los más graves en esta contrarreforma educativa, ya que su reinstalación nos deja en las mismas o aún en peores circunstancias que las que existían previo a la reforma educativa de 2013 y ello acontece porque ahora hasta la CNTE tendrá participación directa en la asignación de plazas magisteriales.

Lo anterior lo encontramos en la nueva Ley del Sistema para la Carrera de los Maestros, misma que establece entre otras cosas que la SEP establecerá una mesa de diálogo entre las autoridades locales educativas y los sindicatos para asignar las plazas magisteriales con lo cual se eliminan los exámenes diagnósticos que se venían aplicando para obtener y en su caso conservar una plaza en el sistema educativo, es decir será de nueva cuenta con un palancazo o con cualquier otra forma de corrupción sindical la manera en la que va a poder ingresar al servicio magisterial.

Así mismo, la mencionada ley establece que tendrán privilegios para ingresar al servicio público educativo las personas que hayan estudiado en las normales, en la Universidad Pedagógica Nacional y en los Centros de Actualización del Magisterio, es decir con ello quedan descartados quienes hayan estudiado pedagogía en cualquier otra universidad ya sea pública o privada independientemente de si están o no mejor preparados que los egresados de los centros educativos autorizados por esta ley.

Y también en esta ley se eliminan los exámenes diagnósticos para otorgar becas para estudiar una maestría o un doctorado y en su lugar son sustituidos por la clásica antigüedad, ya que ahora dichas becas podrán ser otorgadas al contar con tres años de servicio.

Con esta ley se privilegia el estar bien con un sindicato y el simple hecho de tener antigüedad en el servicio por sobre la búsqueda de la excelencia en la impartición de conocimientos a los niños y jóvenes mexicanos; porque, aunque se mantienen ciertas evaluaciones, éstas solo serán meros formalismos ya que no determinarán ni el obtener una plaza docente ni el mantener la misma ni tampoco el ser apoyado para estudiar un posgrado en la materia.

Y los afectados van a ser los educandos mexicanos, porque seguirán llegando al nivel profesional con una educación básica deficiente y eso es lo peor de todo, ya que el gobierno prefiere quedar bien con los sindicatos educativos en lugar de proveer una formación de calidad a la población.

Siendo lo más ilógico de todo esto que mientras deseamos tener al mejor médico para que nos cuide la salud o al mejor abogado para que vele por nuestros intereses, nos tenemos que conformar con tener el maestro que el sindicato asigne para la instrucción de nuestros hijos, independientemente de que si éste sea bueno o no.

Pero pues este es el resultado de haber apoyado en las elecciones pasadas a un gobierno que desde el principio prometió regresar los cangrejos a las aulas.

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