POR Francisco L. Carranco.- Como una mala cruda, a ocho días de la crisis de violencia generada por la captura y liberación de, Ovidio Guzmán López, los culiacanenses se disponen a tratar de reanudar sus actividades y su cotidianeidad en Culiacán, ciudad que, ha dado la vuelta al mundo, por visualizar el poder del crimen organizado cuando afectan sus intereses, en este caso la captura del Capo del Cártel sinaloense.
Por las mañanas de los últimos días, los comerciantes, prestadores de servicios turísticos, líneas de transporte público local y foráneo empiezan, tímidamente, a dar servicio a la gente que necesita ir a trabajar, o salir de viaje, ir a los bancos; comercios levantan sus cortinas y, en general, todos se animan a la rutina de la vida ya que hay más presencia de efectivos militares que siguen llegando a la plaza ensombrecida por la guerra en la principal casa del cártel (Cd. De Culiacán).
Los daños colaterales que la propia ciudad y sus habitantes sufrieron, no tuvo necesidad de un cerco, ni de militares ni de sicarios, los propios acontecimientos cerraron y aislaron a la capital del estado que, sí en alguna ocasión, ya había sufrido un atentado como el del jueves 17 de octubre, nunca fue de tal magnitud al conocer la capacitad de respuesta y la fortaleza del crimen traducida en armamento, vehículos y sicarios.
El balance de pérdidas económicas, sea por la actividad turística o por la propia industria que ahí se realiza ha sido incuantificable, Culiacán todavía tardará en recuperar su actividad económica, pero, siempre con el miedo y terror de que pudieran suscitarse más hechos violentos propiciados por un encuentro fortuito entre fuerzas militares y sicarios.
Hablando de éstos últimos, los sicarios sinaloenses del cartel de Chapo Guzmán, de alguna forma han respetado e impuesto una tregua desde que lograron el reintegro de su Jefe, Ovidio Guzmán, el capo reclamado para fines de extradición por el gobierno, de los Estados Unidos, por ser acusado como uno de los más importantes introductores de droga al país del norte.
Estos hombres, de alguna manera, siguen enviando mensajes claros: “no se metan con nosotros y nosotros no nos metemos con ustedes” la tensa calma que se vive en Culiacán es por el repliegue de los sicarios que se vuelven, nuevamente, invisibles y se mezclan con los ciudadanos comunes y corrientes y cada uno vuelve a lo suyo, realmente hay que decir que para la cantidad de disparos que hubo en la refriega en cuestión la baja de civiles fue mínima en comparación de los casquillos levantados.
Los sicarios no ejercieron su poderío contra la sociedad civil, incluso contra los mismos militares, ellos sólo exigieron la entrega del jefe amenazaron al Gobierno, lo sometieron y lograron su cometido, Culiacán es la casa de los delincuentes y del narco estado, que sólo dio una probadita de los que son capaces, incluso, de no asesinar a la población. La advertencia fue clara.
En estos últimos días, el ejército patrulla la ciudad y hace presencia para inhibir cualquier brote de hechos violentos, eso lo saben los integrantes del crimen organizado, saben perfectamente que los militares y la Guardia Nacional no actuarán hasta que sean atacados por alguna célula delictiva, y mientras eso no suceda los delincuentes andarán caminando libres reanudando su ilícita actividad.
Mientras el estado mexicano sigue cuadrando las cifras, que no le salen, y tratando de hacer verídico, en los discursos, la realidad de lo que sucedió en el evento del 17 de octubre, la información vertida sigue siendo “desinformación” porque los actores empezando por el gabinete de Seguridad Nacional no puede desenredar todos los “partes de guerra” que tienen y que no coinciden por donde se vea unos dicen una cosa y otros otra, incluidos los discursos de la mañanera.
La verdad sólo la tienen los que participaron que no quisieron quedar mal con la nación, sin embargo, han acorralado a la marina, al ejército y al propio jefe de las fuerzas armadas en un fango de verdades a medias que sigue siendo una especulación sobre la actuación de cada uno de los participantes.
Las escusas, la aceptación de los errores, la exhibida desde lo más alto del poder político sobre la ineficiencia de los soldados, policías estatales y hasta un raspón a la Guardia Nacional humilla, nuevamente, a los militares y es algo que la institución en su conjunto ni la propia ciudadanía acepta, la culpa es de Alfonso Durazo.
Los militares cumplieron con su misión “haya sido como haya sido” los soldados sí lograron la captura de Ovidio Guzmán López, cumplimentando una orden de aprehensión con fines de extradición. Ups.
¿Extradición, Quién la ordenó? pocos analistas políticos, jurídicos mediáticos han informado al país de donde vino la solicitud, obviamente, debió ser diplomática y ejercida por un juez federal de los Estados Unidos que, con colaboración de las autoridades mexicanas, debían haber llevado a efecto el día 17 de octubre de 2019.
Cabe destacar que las solicitudes formales de extradición deberán ser transmitidas exclusivamente por la vía diplomática, o a través de los cancilleres de ambos países y el tratado indica que son las autoridades mexicanas quienes llevan a efecto la captura del posible extraditado.
La misión quedó cumplida, pero, las consecuencias esas si fueron improvisadas, ya que en el operativo no se previó la expulsión inmediata del Capo a un centro de reclusión de alta seguridad fuera de Sinaloa y en esas horas perdidas la Delincuencia organizó el rescate del Jefe para evitar, ser detenido, pero, lo más importante, evitar la extradición.
A los pocos días el Presidente Trump, de los Estados Unidos, circunstancialmente, habla con el presidente y dentro de la información que se dio a conocer expresa su solidaridad con las fuerzas armadas que lograron la captura, pero, que las decisiones civiles de los mandos supremos optaron por la liberación del líder del cartel de Sinaloa. ¿Por qué solidarizarse con los militares?
El dialogo y negociación de la libertad de Ovidio Guzmán López, queda de manifiesto como la cereza del pastel, por la tarde, la familia del Capo, a través del abogado defensor, expresa el agradecimiento de todos los integrantes del cártel y la familia por haber entregado al jefe sano y salvo y los sicarios regresaron a sus cuarteles.
La calma ha vuelto a Culiacán y a Sinaloa, los militares se han instalado, pero, ese resquemor en la percepción ciudadana de México, de que sí estuvo bien o mal la entrega del Capo, sigue presente en los medios y en el ambiente porque hay división de opiniones y se han ocultado las cifras reales de quienes, sí y no, están de acuerdo con la decisión del gabinete de seguridad de poner, a Ovidio Guzmán, libre otra vez.
La especulación mantiene el tema en los medios nacionales e internacionales y en el pensamiento de los ciudadanos, vendrán otros conflictos de mayor o menor escala, pero, el empoderamiento de los delincuentes contra el estado acorrala a las autoridades y tensa las relaciones entre las fuerzas armadas y los civiles que toman las decisiones.
A pesar de todo, la ciudadanía todavía reconoce con honor a los soldados y marinos de este país y confían que, con una buena dirección, estrategia y compromiso, podrán ofrecen la anhelada paz a todos los mexicanos que la piden.
Suburbio 1
Diez meses cuanto falta para que termine…