POR: Francisco L. Carranco.- En México, nuestro país, cualquier cosa puede pasar y más cuando hay precedentes que son la nueva historia de la Política Mexicana construida por los personajes actuales en los tiempos modernos, una nueva corriente que se determinó con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, como Presidente de la República.

Sí, es verdad que en los sexenios anteriores, al final de la votación presidencial o de algún otro puesto de elección popular, todos los contrincantes que perdían en sus deseos de ser presidentes u otra posición, prácticamente, se retiraban de la política, ya que en campaña daban a conocer desde su personalidad, convicciones, intereses, oportunismos, deseos del porque ser candidatos y propuestas débiles o fuertes, hasta dedazos, pero, que no convencieron a los electores.

La derrota los mandaba de regreso casa y, generalmente, los que compitieron y perdieron la silla Presidencial, desaparecían de la escena política y, como perdedores, ya no tenían ninguna otra opción para mantener su vigencia, habían aspirado al puesto más importante del país que cualquier mexicano, dentro de la política, aspira y al no lograrlo pareciera que su capital político se terminaba y acababan en el baúl del olvido, ni siquiera en el de los recuerdos. Desaparecían del imaginario del elector y resto de ciudadanos.

Durante, más de 80 años de priismo, el que era designado candidato a la presidencia de la república era el virtual ganador, el presidente en turno, con un dedazo elegía a su sucesor y los contrincantes perdedores todos, eran arrumbados y mandados al exilio político, sin ninguna esperanza de volver a participar en política.

La derrota política estigmatizaba al perdedor. Pocos siguieron en la militancia o haciendo política, la derrota convertida en lastre, incluso, devaluaba al otrora arrogante candidato representante del aparato político del estado y la maquinaria partidista, vulgarmente conocida como la cargada.

Las cosas cambian en la política nacional con la primera elección que pierde el PRI, un parteaguas de la política partidista y con el cual se pretendió dar un giro importante en la democracia; el Partido Acción Nacional, con Vicente Fox Quesada, obtiene la Presidencia por primera vez en 2002, la decisión ciudadana a través del voto se hizo presente y se respetó la voluntad popular, México tiene un Presidente emanado de la oposición. Increíble y nunca visto, se rompe la hegemonía del partido de estado, considerado partido aplanadora y Francisco Labastida Ochoa del PRI desaparece de la Política nacional.

En los comicios siguientes del 2006, Felipe Calderón del PAN, Andrés Manuel López Obrador del PRD con aliados y Roberto Madrazo del PRI-Verde, se enfrentan en el nuevo panorama electoral, en otra elección que saca a los ciudadanos a votar y el PAN, con Felipe Calderón Hinojosa, obtiene el triunfo con una diferencia de casi 250 mil votos; el perdedor fue Andrés Manuel López Obrador, la derrota fue catalogada como fraude electoral, según los opositores y el propio AMLO.

Esta breve reseña histórica, de los últimos tres procesos electorales, plantea el destino de los perdedores en la batalla electoral a la presidencia de la república, así como el destino y estigma que provoca la derrota, de los tres perdedores dos, Labastida y Roberto Madrazo, cayeron políticamente y, quizás, con un alto grado de frustración y permanecen en el olvido y ruina política.

Sin embargo, el otro perdedor, Andrés Manuel López Obrador, rompe la regla, no escrita, y desde la derrota se recompone y ataca, se erige como un activista contra el “fraude electoral” y abandera un movimiento denominado “voto por voto”, dado el porcentaje que determinó el triunfo de Felipe Calderón como Presidente.

López Obrador acusa que le robaron presidencia, convoca a mítines, manifestaciones y huelgas en todo el país, y convierte el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México en un campamento masivo, exigiendo el recuento de la totalidad de los votos. La derrota lo fortalece y es el perdedor de una elección presidencial que pueblo no olvida. Él No se aleja de la política.

En 2010, López Obrador, anuncia que será nuevamente candidato presidencial para los comicios del 2012, 6 años de activismo contra el sistema de gobierno; la derrota no doblegó y por el contrario rompiendo el ostracismo que absorbe a los perdedores, él se levanta para una segunda candidatura en su afán de llegar a la silla presidencial.

En la elección del 2012, López Obrador, vuelve a perder, ahora, contra Enrique Peña Nieto y PRI-Verde, nuevamente, López Obrador no acepta el fallo de las elecciones y declara que no reconocería a Enrique Peña Nieto como el nuevo mandatario del país. Y se lanza a construir otra candidatura para el 2018.

La misma situación de seis años antes, la derrota lo fortalece y sigue siendo el único candidato que pierde las elecciones, dos para ser exactos y, el pueblo y la clase política, en lugar de olvidarlo, empieza a generar una extraña simpatía en los ciudadanos, por la obstinación de ese hombre por ser presidente, los políticos observan el desgaste de la política del régimen priísta, con Peña Nieto y, MORENA, partido creado después de perder ante Peña Nieto, lo catapulta a una elección más contra el joven maravilla del PAN, Ricardo Anaya, el Bronco, candidato independiente  y Antonio Meade del PRI.

Las cosas resultan diferentes, López Obrador, gana la elección después de tres intentos, deja a sus contrincantes en la lona, apenas el Bronco, Jaime Rodríguez permanece activo, porque regresa al Gobierno de Nuevo León pues gozaba de licencia para contender por la Presidencia de la República. Antonio Meade al viejo estilo del PRI desaparece, ya no se sabe nada, ni donde está, ni que hace.

Pero, apenas hace unos días en la escena política se prenden las luces, otro candidato derrotado, pero en la elección del 2018, Ricardo Anaya Cortes, aparece y dice que regresa a la política “Me alejé de la política porque creí que era correcto darle espacio a quien ganó la elección. Pero la misma razón que me llevó a alejarme ahora me trae de regreso. Y eso me lleva a hablar del presente, porque frente a los enormes problemas que se están acumulando y ante la falta de soluciones, creo que lo correcto es estar presente”.

Acaso el joven maravilla se volverá la verdadera oposición que México necesita para buscar el equilibrio del poder político actual, o será el inicio de la construcción de su segunda candidatura que se propone Ricardo Anaya para contender en los comicios del 2024, por supuesto que es pura especulación pero con algo de verdad, usted decida.

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