FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Recuerdan que hace algunos años cuando Fox era presidente y decía que “todo iba bien” cuando en realidad había serios problemas, por supuesto no iguales a los de ahora, pero sí preocupantes y el presidente campechanamente decía que esos problemas no eran reales y repetía hasta el cansancio que México estaba a las puertas del desarrollo.

Eso decía Fox, porque era la décima economía del mundo y con ese simple dato los problemas pasaban a un segundo plano y quienes eran escépticos frente al optimismo presidencial crearon la frase que según el mandatario vivíamos en “Foxilandia” refiriéndose a un lugar utópico que sólo existía en la mente del presidente, porque la realidad era bastante más dura.

Pues bien, ahora con López sucede exactamente lo mismo, ya que el presidente actual dice que desde que asumió su mandato el pueblo es “feliz, feliz, feliz” cuando la realidad si es que no es lo contrario por lo menos dista mucho de concordar con lo expresado por el mandatario y ello lo hemos observado cotidianamente.

Ya que más allá de las grandes tragedias como la de Culiacán en la que las fuerzas federales sufrieron un revés tan duro como no se ha visto desde la época de la revolución y obviamente hasta la fecha el gobierno se esfuerza en explicar dando muchos rodeos algo que es fácilmente explicable, se hizo todo mal.

Tragedias que, por supuesto calan hondo en el ánimo de cualquier país, porque cuando las fuerzas del orden son tan duramente humilladas por grupos que se dedican a delinquir, a cualquier persona le genera la sensación de encontrarse en un Estado fallido que se encuentra a merced de la delincuencia.

Mas como se dijo antes, mas allá de esas grandes tragedias diariamente nos encontramos con plantones y marchas que por diversos motivos transmiten una inconformidad en contra del gobierno o de la situación en que se encuentran quienes se manifiestan.

Y lo mismo tenemos a mujeres que se duelen de la violencia que sufren en su vida cotidiana, a artistas que demandan presupuesto para realizar sus obras, a estudiantes que protestan en contra del porrismo existente en sus escuelas o universidades, a campesinos que se arman para defenderse de los criminales que realizan incursiones en sus tierras, a migrantes varados en suelo nacional que de la misma forma expresan su desacuerdo por las condiciones en que se encuentran durante su estancia en el país, a transportistas que se quejan de los dobles remolques, a padres de menores con enfermedades terminales que exigen se les suministren los medicamentos necesarios para que sus hijos tengan si no una recuperación por lo menos una vida decorosa, a normalistas que paran vías del tren para exigir plazas en el sistema educativo nacional, a médicos que protestan porque sus condiciones laborales no son las idóneas, a policías que se quejan de que les quieren imponer un cambio a una guardia nacional que no tiene ni pies ni cabeza, a organizaciones sociales que por medios legales se inconforman contra decisiones gubernamentales, entre otros muchos grupos sociales que diariamente alzan la voz para protestar e inconformarse por alguna razón.

Manifestaciones que se dan con diversos grados de violencia y con diferentes intenciones que en esta ocasión no vamos a analizar pero que existen y que no son más que un síntoma de que falta felicidad, porque si hubiera felicidad la gente no saldría a protestar con la frecuencia y la diversidad de temas con el que lo hacen.

Y por supuesto, esas marchas y protestas también tienen como consecuencia a afectados silenciosos pero que también son infelices, o ¿alguien es feliz cuándo se encuentra varado en el tráfico o cuándo le destruyen la fachada de su casa o negocio?

Y todo ello sin hablar del estancamiento económico o peor aún de la inseguridad que recorre a lo largo y ancho la República Mexicana.

A la vista de todas estas manifestaciones que se producen todos los días y cuya problemática el gobierno no puede resolver en unos casos por impericia y en los más por terquedad, tenemos como resultado concluyente que la población mexicana no es nada feliz y que esa felicidad de la que habla el presidente, al igual que en el caso de Fox, solo se encuentra en su mente y por ello bien podemos llamarla como la felicidad en “Lópezlandia”.

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Twitter: @FelipeFBasilio