FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.- Así es queridos lectores, por desgracia ya nos estamos acostumbrando a ser un país en guerra, un país en donde la violencia es pan de todos los días y que ésta no solo proviene del crimen organizado sino de toda clase de grupos que vandalizan universidades, comercios, casa y que secuestran vehículos y vías de comunicación.

Y todo ello sin dejar de lado el bache económico por el que México atraviesa con el crecimiento económico nulo y la caída del índice del empleo formal entre otros muchos indicadores que nos dice que no se está conduciendo adecuadamente el país.

Mas a pesar de todos los problemas, tenemos a un presidente enajenado que al igual que el célebre emperador romano Nerón se dedica a escribir libros, al parecer muy vendidos en las plataformas comerciales más neoliberales del planeta y los que no se encuentran en los tianguis de pueblo, en los que habla del origen de la corrupción en México y otros temas generales con mucha enjundia, pero con escaso rigor histórico y escribe mientras el país se incendia.

 Y ya que tocamos a Nerón, queda la duda si el incendio es fortuito o es provocado, aunque sabemos que una parte de la ignición sí es causada por el presidente y sus huestes y esa es la constante violación a las leyes orgánicas tanto constitucionales como legales para invadir y pisotear a todos los órganos autónomos del país, ya que los morenistas se comportan como las termitas, una vez que penetran en una institución la destruyen por completo desde su interior.

 Mas cuando se desmantelan las instituciones democráticas, lo que sucede es que se pierde la confianza en el país y como ejemplo de lo anterior tenemos que si antes alguien se quejaba de que los ombúdsmanes eran débiles y complacientes con el gobierno; ahora esa situación va a empeorar, ya que la actual aparte de ser dudosa su elección da la impresión de ser una pelele de Palacio Nacional y eso se confirma porque a pesar de no cumplir con los requisitos legales para desempeñar el cargo entre ellos no tener militancia partidista cuando hasta hace poco se desempeñaba en la dirigencia del partido en el gobierno, según el presidente hubiera sido “injusto” no designarla para tal cargo.

Y lo mismo sucede con la Suprema Corte de Justicia y el Consejo de la Judicatura Federal, organismos que poco a poco van siendo infiltrados por amistades y antiguos colaboradores de López, lo cual resta credibilidad e imparcialidad tanto a la que es la máxima instancia en la impartición de justicia como al órgano que se encarga de designar a jueces y magistrados en todo el país.

Esa parte del incendio sí es atribuible a nuestro Nerón presidente.

Mas volviendo a los comportamientos neronianos de López, tenemos que también se dedica a llevar a cabo aventuras estilo la guerra fría pero de cuarta, como hasta el momento es su gobierno, al rogar a un presidente defenestrado para que venga a asilarse a México para desde aquí seguir dando órdenes a sus compinches para desestabilizar y aterrorizar a su país y regresar al mismo en  la primera oportunidad que tenga, pasando por alto López todas las convenciones internacionales acerca de lo que es el asilo político.

Y en el colmo del caso, el presidente en persona entrega condecoraciones a los militares que pilotearon la nave que trajo al boliviano a nuestro país, nave que fue comandada nada más y nada menos que por un ¡General!

O sea, para dirigir un avión se ocupa a un general del aire, cuando esa es una tarea para personal de rango mucho más bajo; un general que debería de estar ocupado diseñando estrategias para combatir al crimen organizado es utilizado para hacer un viaje internacional y de rutina y no solo eso, sino que las condecoraciones y los ascensos se entregan por ese tipo de aventuras en lugar de entregarse a los militares que arriesgan su vida y su integridad tanto personal como familiar por intentar mantener la seguridad pública, a quienes en lugar de premiar se les reprende por osar tacar al llamado “pueblo bueno”.

Y aunque muchos de los males del país no son culpa de López, como tampoco la corrupción fue culpa de Cortés, sí es responsabilidad de López el no hacer lo necesario para combatirlos y más si se ha dado cuenta que sus métodos originales no han funcionado y por ello se debe de exigirle que cambie el rumbo y se tome más en serio el rubro de la seguridad y el control de las marchas.

Culiacán y la UNAM son testigos de cómo está descompuesta la seguridad en México y casi todos, menos los fanáticos, nos damos cuenta de que las cosas van empeorando y mientras el presidente se comporte como el emperador Nerón, la situación va a empeorar.

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